ALuis Inácio Lula da Silva no le ha tomado nada convertir en hechos concretos una de las frases que pronunció el pasado lunes, cuando fue investido para un segundo mandato como presidente de Brasil. Dijo entonces que los ataques de los narcotraficantes de Río de Janeiro debían ser considerados actos de "terrorismo", y que debían ser combatidos como tales. El mandatario brasileño demostró ayer que hablaba en serio y ordenó el despliegue de las Fuerzas Armadas en el estado carioca para detener la ola de violencia que la semana pasada se cobró 24 víctimas.

DROGAS Y ARMAS Lula respondió de forma positiva a la petición que en este sentido le había hecho el gobernador Sergio Cabral, impotente a la hora de atajar la violencia criminal en su estado. La aprobación del despliegue por parte del presidente se ha producido cuando ni siquiera se ha consumado la llegada de la Fuerza Nacional de Seguridad (FSB), un cuerpo policial de élite que ha sido llamado a combatir el caos en Río. Su objetivo será luchar contra el tráfico de drogas y armas con los estados vecinos: Sao Paulo, Minas Gerais y Espirito Santo.

Se desconoce la fecha del despliegue así como el número de soldados que serán destinados a combatir el crimen carioca. Sin embargo, Cabral adelantó que esa cifra irá creciendo "gradualmente" hasta la celebración de los Juegos Panamericanos, en el mes de julio. El gobernador también ha pedido al Ejecutivo federal que ponga al servicio de la lucha contra la violencia recursos que parecen más propios de una guerra externa geoestratégica: helicópteros y buques, entre otros. El deseo de Cabral es que los militares brasileños realicen patrullas disuasivas por los barrios más conflictivos de la capital y sus alrededores.

"Nos estamos enfrentando a un problema crónico de décadas que tiene que ser afrontado con sabiduría, sin pirotecnia ni soluciones provisionales", manifestó. El gobernador carioca explicó que piensa reunirse la próxima semana con sus homólogos de la región sureste del país con el fin de crear un gabinete de gestión integrado. "Se acabó la época de actuar solos, de disputarse el espacio de la seguridad", agregó.

DENUNCIA Mientras, la oenegé Observatorio de las Favelas denunció ayer que la Policía Militar apoya a los grupos paramilitares que han declarado la guerra a las bandas de narcotraficantes. Según la oenegé, policías y paramilitares hacen operaciones coordinadas: los primeros hacen incursiones en puntos concretos de las favelas y limpian el terreno para que los otros entren y desalojen.

Los grupos paramilitares suelen estar formados por expolicías y policías en activo. Interrogado sobre ello, el alcalde de Río, Cesar Maia, admitió que los miembros de la Policía Militar "que no extorsionan" celebran cuando los paramilitares toman el control de una favela.