Desafortunadamente para el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, la muerte de Orlando Zapata coincidió con una visita oficial suya a Cuba. La visita de Lula, un aliado del régimen de La Habana, tenía por objetivo subrayar los vínculos bilaterales. Pero la muerte del disidente debió causarle gran incomodidad y guardó silencio mientras Raúl Castro negaba que en la isla hubiera "torturados".