"Con toda franqueza, me siento traicionado por prácticas inaceptables, de las cuales nunca supe", dijo ayer el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, distanciándose por primera vez de la crisis que acecha a su Gobierno. En un mensaje radiotelevisado al país, Lula dijo no sentir "ver- güenza" al admitir que su Gobierno "deberá pedir perdón a los brasileños donde se haya equivocado". Esa obligación, dijo, también es para el Partido de los Trabajadores (PT).

La crisis estalló cuando se conocieron los manejos de fondos ilegales que utilizó el oficialista PT para comprar votos en el Congreso.

Mientras una nueva encuesta de Datafolha daba a Lula perdedor en los comicios del 2006, el fantasma del juicio político le acechaba después de que el principal estratega de su campaña electoral del 2002 reconociera haber cobrado de fondos ilegales.