El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, asumió ayer la causa del derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya, y lanzó una alerta mundial para evitar que las fuerzas golpistas asaltaran la embajada de su país en Tegucigalpa, donde Zelaya está refugiado desde el lunes. Zelaya y el presidente de facto, Roberto Micheletti, se mostraron dispuestos a una entrevista personal. Pero el país continúa militarizado. Un hombre murió tras ser herido durante los disturbios; y en los calabozos de la capital hondureña se encontraba incluso un ciudadano español, un vecino de Chipiona con discapacidad psíquica.

Primer orador ante la Asamblea General de la ONU, el presidente de Brasil manifestó: "La comunidad internacional pide que Zelaya regrese inmediatamente a la presidencia de su país". Lula añadió que el mundo "debe permanecer alerta para asegurar la inviolabilidad de la misión diplomática de Brasil en la capital de Honduras".

Mientras, algunos de los implicados en la crisis hondureña se reunieron ayer en las oficinas de la misión de España ante la ONU en Nueva York. Fue un encuentro pergeñado por el ministro de Exteriores español, Miguel Angel Moratinos, su homólogo brasileño, Celso Amorim, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza. A la cita también acudió la cancillera del depuesto Gobierno hondureño, Patricia Rodas, informa Pilar Santos.

Zelaya, por su parte, denunció ayer que el Gobierno golpista planeó el martes asaltar la embajada brasileña para matarle y luego decir que se había suicidado. Explicó que el plan se frustró porque "la comunidad internacional intervino inmediatamente, incluidos EEUU y la OEA". Pero aseguró: "Aún se corre el riesgo de un asalto a la embajada y un suicidio simulado".

PETICION En su mensaje a la ONU, Zelaya pidió a los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo que "no dejen solo al pueblo hondureño". Ya antes, indicó que la batalla por la democracia en el mundo se está dando en Honduras" y que en la ONU va a comenzar "un proceso de apoyo al pueblo hondureño". Aunque reconoció que "el último elemento de desarrollo que le falta a Honduras es que el pueblo esté organizado".

La policía y el Ejército mantienen un férreo control del país, desde la embajada de Brasil hasta las fronteras. Las "condiciones de seguridad" eran tantas que permitieron a Micheletti la "flexibilización" del toque de queda impuesto tras el regreso de Zelaya. El presidente golpista suspendió ayer esa medida durante siete horas, de las diez de la mañana a las cinco de la tarde, para que la población pudiera salir a comprar alimentos básicos. Durante la noche, la gente asaltó varios supermercados.

El débil movimiento de resistencia popular aprovechó para llamar a la movilización de los seguidores de Mel. Uno de sus dirigentes, Rafael Alegría, pudo convocarles por la radio a reunirse en la Universidad Pedagógica, en el este de la capital.

DIALOGO Micheletti respondió a la demanda de diálogo esgrimida por Zelaya desde que logró regresar al país. "Estoy listo para discutir cómo resolver la crisis, pero solo dentro del marco de la Constitución", dijo. Para el presidente golpista, "la restitución de Zelaya no es posible y ese tema no debe ser parte de las pláticas", así como tampoco se "puede deshacer la orden de arresto en su contra ni los cargos que encara". Micheletti subrayó que Zelaya debe aceptar las elecciones de noviembre.

El presidente derrocado exclamó: "Todo esto es una manipulación". Zelaya denunció que en Micheletti "no hay voluntad de resolver la crisis". Añadió que "no hay trato" si no hay "igualdad para todos" en los comicios del próximo 29 de noviembre. "Yo he venido aquí para que el diálogo sea directo", señaló.