Intercambiaron besos en las mejillas. Sonrieron radiantes. Posaron con las manos entrelazadas como dos bailarines a punto coreografiar su número sobre el hielo. Así fue el vals que escenificaron Donald Trump y Emmanuel Macron durante la visita a la Casa Blanca del presidente francés, una intensa jornada de reuniones que sirvió aparentemente para acercar posturas respecto a Irán y Siria, los dos platos fuertes de la agenda. Dos días después de haber dicho que no existe una alternativa al acuerdo nuclear con Irán, el jefe del Eliseo se alineó con las posiciones de Trump al decir que trabajará para negociar un nuevo acuerdo.

La misión se antoja casi imposible, pero podría servirle para ganar tiempo. Trump ha fijado el 12 de mayo como fecha límite para decidir la suerte del acuerdo suscrito en el 2015, un pacto que sirvió para que Teherán frenara hasta el 2025 su programa nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales. No solo eso. También valió para aparcar temporalmente la posibilidad de un ataque militar de Estados Unidos e Israel contra las instalaciones iranís y sellar una especie de tregua entre los dos bloques. Pero esa tregua vuelve a estar ahora en entredicho porque la Administración Trump no acepta lo negociado por Barack Obama, sin importarle que el pacto fuera también suscrito por Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania.

Trump insistió en que es un acuerdo «desastroso» y «descabellado» que «nunca debería haberse firmado» porque las restricciones tienen fecha de caducidad, no afectan a los ensayos con misiles balísticos y de ningún modo ponen coto a las actividades de Teherán en Oriente Próximo. «Veremos lo que pasa el día 12, pero si Irán nos amenaza de algún modo pagará un precio que pocos países han pagado», dijo el líder estadounidense con un tono belicista y desafiante. Su Administración está plagada de halcones partidarios de ajustar cuentas con los ayatolás y la retórica desde ambos bandos vuelve a ser explosiva. «Si alguien traiciona el acuerdo, debería saber que se enfrentará a severas consecuencias», dijo el presidente iraní, Hassan Rouhani. «Irán está preparado para cualquier posible escenario».

Es aquí donde entra en juego el presidente francés, el primer líder extranjero al que Trump concede los honores de una visita de Estado desde que llegó a la Casa Blanca. Sus relaciones son excelentes, como demuestra la participación de Francia junto al Reino Unido en la misión de castigo contra el régimen sirio por el presunto empleo de armas químicas en Duma. Bajo ese contexto, Macron aterrizó el lunes en Washington junto a su esposa Brigitte con la intención de convencer a su socio para que preserve el acuerdo con Irán y mantenga las tropas estadounidenses en Siria, lo que garantizaría a Occidente una silla en la mesa de negociación cuando acabe la guerra siria y las grandes potencias decidan el futuro del país.

Todo hace indicar que Macron se topó contra un muro. Eso explicaría su aparente cambio de posición para apoyar la renegociación del pacto con el Estado persa. «A partir de ahora queremos trabajar por un nuevo acuerdo con Irán», dijo el líder francés. «Me gustaría que nos comprometiésemos a hacerlo durante las próximas semanas y meses». Lo que propuso, esencialmente, fue ampliar los términos del acuerdo para que incluya también «la actividad balística» de Irán y sus acciones en países como Yemen, Irak, Siria o Líbano.

Trump tampoco se pronunció de manera concluyente sobre el futuro de sus 2.000 soldados en Siria, pero sugirió que no hay fecha para su vuelta a casa y que habría entendido los desvelos del Pentágono. «Quiero que vuelvan las tropas a casa, pero no queremos dar a Irán una salida directa al Mediterráneo, así que veremos», dijo antes de reclamar de sus aliados árabes en la región una mayor contribución económica para resolver los problemas de Siria. Durante la jornada, Macron también trató de convencer a Trump para que prolongue las exenciones arancelarias a las exportaciones de acero y aluminio europeo. «Durante mucho tiempo hemos tenido una relación comercial muy injusta con la Unión Europea», dijo el estadouinidense sin aclarar sus intenciones.