Venezuela elegía a su nuevo presidente en medio de los festejos por anticipado del madurismo y las llamadas a la abstención de las fuerzas opositoras que califican a esta contienda de proscriptiva. El exchavista Henri Falcón, quien decidió no obstante participar en los comicios, denunció irregularidades menores en algunas mesas electorales y se aferró a la posibilidad de un milagro en las urnas que le arruine la noche al presidente Nicolás Maduro.

El 21 de mayo asoma por lo tanto con incertezas y nuevos peligros. América Latina, salvo Cuba, Bolivia y Nicaragua, decidió por anticipado darle la espalda al líder venezolano. El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, ya adelantó que la presión sobre Caracas será mucho mayor. «Las fraudulentas elecciones no cambian nada».

Ya avanzada la noche y antes de que se abrieran las primeras actas los analistas hacían sus pronósticos: Maduro resultaría vencedor pero restaría saber con cuánto nivel de abstención. Si es muy alto, su nuevo Gobierno nace seriamente debilitado. Nadie se atrevía a descartar por completo su derrota como resultado de un movimiento silencioso del electorado y no detectado por los encuestadores. El único que no pensaba en ese escenario era el mismo Maduro, que el domingo abrió las sesiones del Poder Judicial como si ninguna otra cosa sucediera en el país.

Maduro votó a las seis de la mañana y desde entonces no dejó de aparecer en los medios o las redes sociales. «¡Tenemos una cita con la historia!», dijo primero. «Sal a votar, hazlo por ti y tu familia», pidió luego. «¡No se queden fuera de esta enorme fiesta democrática!».

Llamada al voto

Las exhortaciones se dirigieron esta vez a una ciudadanía que oscila entre el descontento, la abulia y el rechazo a la figura del «presidente obrero». La Mesa de Unidad Democrática (MUD) y el Frente Amplio llamaron a los venezolanos a quedarse en sus casas. La cantidad de votos permitirá inferir el alcance de esta convocatoria. Las encuestas previas a los comicios calculaban en un poco menos de 60% la participación en las elecciones. «El balance de participación es muy positivo», dijo la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tisibay Lucena, y dejó inferir una cifra mayor. Sobre su diminuta figura cae la responsabilidad de impedir situaciones anómalas. Pero Lucena es fuertemente cuestionada después de los comicios constituyentes de julio, cuando la firma Smartmatic, encargada de contar los votos de esa jornada, decidió impugnar los resultados infladops que ofreció el CNE, y abandonó el país.

El politólogo Nicmer Evans aseguró que el Gobierno utilizó como nunca antes las cajas de comida que entregan los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) como «instrumento de extorsión» a los sectores sociales más vulnerables. «Ese es el dando y dando de Maduro; dame tu voto y te doy cajas, o el apartamento». El exjefe del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero consideró «arriesgado» calificar de tramposa la elección de antemano. Zapatero llegó a Caracas en calidad de observador y pidió examinar primero las denuncias y luego sentar una posición.

El exmandatario volvió a llamar al Gobierno y a sus adversarios a sentarse a buscar una salida consensuada. De vencer, Maduro habrá contado con la inestimable colaboración de sus adversarios desde el momento en que unos se inclinaron por el boicot y otros, como Falcón, que era de la MUD, presentaron su candidatura. Su fuerza quedó a su vez mermada como consecuencia del éxodo de más de un millón de venezolanos.