Los inéditos ataques perpetrados por el grupo mafioso Primer Comando de la Capital contra Sao Paulo, la ciudad más grande de Suramérica, dejaban en su tercer día más de 81 muertos, según informaciones periodísticas, por lo menos 50 heridos, 90 autobuses incendiados y 195 rehenes en poder de los presos amotinados en 45 cárceles del corazón económico de Brasil.

El efecto de la ola de violencia transfiguró ayer la vida paulista. Diez empresas de transportes que controlan 4.000 unidades se abstuvieron de circular por la megalópolis, temerosas de que estas terminen siendo calcinadas. Tres millones de personas fueron afectadas por esta medida. Con la movilidad restringida, más del 30% de las familias decidieron que sus hijos no fueran al colegio. Y el que encontró una buena razón para quedarse en su casa también lo hizo.

Por la mañana, la tensión subió al conocerse los ataques con cócteles molotov a 10 bancos y a la estación de metro Artur Alvim, en la zona este. El Gobierno Federal propuso enviar 4.000 hombres de la Fuerza Nacional de Elite para controlar la situación, pero las autoridades paulistas rechazaron la oferta.