La reunión anual de los laboristas británicos arrancó ayer en la ciudad inglesa de Bournemouth entre fuertes tensiones, provocadas por el tema de Irak. La exclusión de un debate sobre la guerra, durante los cuatro días de la conferencia, provocó la indignación de numerosos militantes, escandalizados por la omisión.

Habían sido, sin embargo, los propios delegados, los que en votación y por mayoría, decidieron el pasado domingo dar preferencia a la discusión de asuntos internos. Finalmente, el cariz de las protestas, lideradas por miembros del sindicato del transporte, obligó a reconsiderar la medida, aunque será hoy o mañana, cuando se tome la decisión sobre la celebración del debate.

DEFENDER SU LIDERAZGO

Manifestantes de varias organizaciones contrarias a la intervención en Irak se han dado cita este mediodía a las puertas del International Centre, para recibir a Tony Blair, quien ha de pronunciar uno de los discursos más comprometidos de su carrera política. Por primera vez en diez años, el primer ministro debe defender un liderazgo, que hasta ahora nadie ponía en duda.

La amenaza es sólo relativa, porque la destitución de Blair sigue siendo, a pesar de los problemas con Irak y la caída en los sondeos, una hipótesis bastante lejana, aunque las quinielas sobre la sucesión han comenzado en Bournemouth. Nada tranquilizadora fue para Blair la alocución que desde la tribuna pronunció ayer su más directo rival e hipotético heredero, el ministro de Finanzas Gordon Brown.

Con pasión, firmeza y utilizando un lenguaje típico del laborismo tradicional, Brown abogó por la vuelta a los verdaderos valores del partido. "Estamos decididos a terminar con el desempleo en Gran Bretaña y a permanecer siempre al lado de las familias que trabajan duro y a ofrecer oportunidades para todos", dijo.

El superministro prometió incrementar con inyecciones de miles de millones de libras los presupuestos de los servicios públicos en los próximos cinco años, especialmente los de sanidad y enseñanza. Una a una, Brown tocó todas las teclas del laborismo clásico, como la prioridad en la lucha contra la pobreza infantil, o su determinación para atender a los pensionistas.

TIEMPOS DUROS Y DIFICILES

"Hay que luchar cuando las cosas parecen difíciles, cuando los tiempos son duros, las presiones aumentan y cuando tantos creen que hemos caído en la complacencia", dijo Brown, que fue ovacionado durante dos minutos por la sala, puesta en pie. "Es un discurso laborista, que tiene el socialismo como base de su agenda casera e internacional", declaró uno de los líderes sindicales.

Blair no estaba en el estrado para escuchar a Brown. El primer ministro se hallaba en el entierro del que fuera líder de la Cámara de los Comunes, Lord Williams of Mostyn. El nombre de Blair fue mencionado de pasada en tres ocasiones por Brown. En una, aludió a la guerra de Irak, ofreciendo su apoyo al inquilino de Downing Street. El párrafo fue recibido con un elocuente silencio por parte de los delegados.