Antes de celebrarse la segunda vuelta de las regionales francesas, el domingo próximo, las críticas han empezado a lloverle a Nicolas Sarkozy dentro de sus propias filas. Algunos barones de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) no han dudado en atribuir el pésimo resultado de la derecha en el primer escrutinio --un 26,2% de los votos-- a la estrategia del presidente, al que piden corregir el tiro.

El primer ministro, Fran- çois Fillon, tuvo que llamar a cerrar filas para intentar movilizar al electorado, cuyo descontento se tradujo en una abstención récord (53%) y un ascenso de la ultraderecha. Pese a que su partido sacó el peor porcentaje desde 1958, el jefe del Estado no se deja abatir. Para sorpresa de sus colaboradores, el lunes, en una reunión del Gobierno, se mostró incluso optimista. En comparación con sus homólogos Gordon Brown y Barack Obama --cuyas formaciones han sido censuradas por las urnas--, consideró que su partido había resistido mejor.

REFLEXION SOBRE LOS CAMBIOS No solo opinó que no se puede hablar de catástrofe teniendo en cuenta "el contexto de grave crisis económica" en el ecuador del mandato, sino que se mostró esperanzado en recuperar posiciones en la segunda votación.

Sin embargo, en el partido cada vez más dirigentes creen que Sarkozy sufre de "estrabismo presidencial". El exprimer ministro Alain Juppé pide "una reflexión sobre el ritmo de las reformas, el método con el que son lanzadas y preparadas" para que sean "mejor comprendidas por una opinión minada por la crisis". Reclama una "revisión del sistema fiscal" frente "al sentimiento de injusticia" de muchos franceses. Las críticas de un puñado de dirigentes se refieren al "estilo" hiperactivo y poco institucional del presidente, al fichaje de figuras de la izquierda y a la falta de una comunicación eficaz. Desde las filas más conservadoras se reclama un "retorno a los valores de la derecha desacomplejada".

PACTO DE LA IZQUIERDA Mientras, el Partido Socialista formalizó ayer un acuerdo con los verdes de Daniel Cohn-Bendit y los partidos de la extrema izquierda para presentar candidaturas unitarias en la segunda vuelta de las regionales. En la primera vuelta, la suma de estas formaciones superó el 50% de los votos en casi todas las regiones.