Faltaba aproximadamente media hora para el mediodía y la actividad en la embajada española en Irak, situada en el barrio de Mansour de Bagdad, era ayer domingo, y como ocurre en todos los países musulmanes, la propia de un día laborable. Por eso, cuando saltaron las ventanas por los aires y las puertas se desencajaron de los marcos tras una potentísima explosión, el encargado de negocios Antonio González-Zavala --la mano derecha del embajador-- se encontraba, junto al resto de funcionarios, tras su mesa de trabajo.

"Salimos inmediatamente y logramos encerrarnos en el búnker", explicó ayer a esta periodista vía telefónica desde las oficinas de la embajada cuando ya había caído la noche en la capital iraquí.

Sala blindada

"Estoy intentando retomar el trabajo donde lo he dejado esta mañana, preparando una reunión sobre derechos humanos", apuntó González-Zavala, máximo responsable ayer de la cancillería ante la ausencia del embajador, de permiso. Casi escondida entre edificios de hormigón con las banderas encaramadas a pequeños mástiles para pasar desapercibidas, la cancillería dispone de una sala sellada, sin ventanas, reforzada en el exterior y una sola puerta, blindada. "Muy útil especialmente en caso de tiroteos", apuntó el encargado de negocios, de 44 años y amante de los destinos que proporcionan grandes dosis de adrenalina, ya que su plaza anterior fue Afganistán.

En el búnker, acompañados en todo momento por los GEO, que les facilitaron chalecos antibalas, fue encerrado todo el personal de la embajada española.

El puzzle iraquí es tan complejo que González-Zavala opta por la prudencia a la hora de hablar de la autoría de la cadena de ataques. "Ha podido ser Al Qaeda pero también otros muchos grupos insurgentes interesados en desestabilizar el país en un momento político fundamental, cuando está pendiente la formación de Gobierno fruto de las elecciones", reflexiona el número dos de la embajada.

El hecho de que las embajadas de Irán y Egipto hayan sido objetivo de los ataques --"países de la misma órbita ideológica y cultural", dice González-Zavala-- es una circunstancia adicional a tener en cuenta. El número dos de la embajada española no tiene claro que España fuera blanco del ataque.