A medida que pasan las horas, las aguas y los escombros de las localidades destruidas a lo largo de la costa del océano Indico van dejando a la vista cientos de miles de cadáveres, con lo que el saldo global de víctimas mortales del maremoto que sacudió el pasado domingo al sureste asiático se elevaba ayer ya a 60.000. Varios miles más de personas siguen desaparecidas.

La destrucción, de dimensiones apocalípticas, causada por las olas gigantes (tsunami) desafía todos los esfuerzos de los gobiernos y de las agencias humanitarias, que apenas pueden dar abasto en la ingente tarea de recoger los cadáveres, tratar a los heridos y prestar asistencia a los millones de personas que se han quedado sin hogar.

Entre las víctimas figuran centenares de turistas extranjeros. Sólo en Tailandia, se ha confirmado la muerte de más de 700 extranjeros y, en Sri Lanka, al menos 70 turistas han fallecido. Además, se desconoce el paradero de otros muchos. Entre los desaparecidos se encuentran 1.500 turistas suecos y 400 checos.

LOS ESPAÑOLES Al menos tres españoles que se encontraban en la zona afectada por la catástrofe no han podido ser localizados, según informó ayer la cadena SER. Uno de ellos es Manuel Vila Peris, cuya esposa, de nacionalidad sueca, ha denunciado su desaparición en Phuket. Entre los españoles que estaban en la isla tailandesa de Phuket se encontraba el cónsul en Pekín, que disfrutaba de unas vacaciones. Tanto él como su familia se encuentran a salvo.

En Madrid, el Ministerio de Exteriores ha sido requerido para contactar con unos 400 españoles que se encontraban en los países afectados, aunque eso no significa que estén desaparecidos, ya que muchos de ellos se hallaban en zonas remotas alejadas de la catástrofe e incluso algunos no llegaron a enterarse de lo que había sucedido.

A la tragedia y la destrucción se añade ahora el riesgo de las enfermedades. El director de la Unidad de Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), David Nabarro, subrayó ayer la necesidad de evitar el estallido de epidemias en las zonas devastadas.