Según la lotería china, muy en boga en Cuba hasta que la revolución barrió el juego, el número uno es el caballo . De allí, ha salido el histórico apodo de Fidel Castro. La mariposa es la segunda figura en importancia en esa lotería. La imagen del lepidóptero fue usada, socarronamente, por los enemigos del castrismo para poner en duda los atributos del histórico número dos de la isla, Raúl Castro. Su rostro aniñado, en sus tempranos años de ejercicio de mando, debió confundirlos. El hermano menor de la familia Castro ha sido una suerte de contrapoder del hombre que por primera vez en 47 años delega de manera "temporal" el control del Gobierno de Cuba. A veces funcionó como espejo de Fidel, y otras, llevando adelante sus propias ideas.

Raúl, de 75 años, controla las Fuerzas Armadas y es el primer nombre en la línea de sucesión tanto en el gobernante Partido Comunista como en el Consejo de Estado y de Ministros. "Lo considero con cualidades suficientes para sustituirme en el caso de que yo mañana muriera en esta lucha", dijo sobre él en 1988 Fidel Castro.

Al igual que su hermano, Raúl se educó en una escuela jesuita. Pero a diferencia del él, que en un principio enarboló las banderas socialcristianas, hizo su bautismo de fuego en el Partido Socialista Popular (PSP), la agrupación prosoviética de la Cuba prerrevolucionaria. Raúl participó del ataque al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, y fue al exilio mexicano, desde donde partió, tres años más tarde, la expedición que buscó derrocar a Fulgencio Batista. En México contactó con la mismísima KGB y se convirtió en el principal referente de la inteligencia soviética en la guerrilla que tomaría el poder el primer día de 1959. Raúl abrió el segundo frente en la Sierra Maestra y entró en La Habana con su pelo atado en cola de caballo.

Pero los aires juveniles se disiparon y Raúl pasó a encarnar parte de las políticas más intolerantes. Aunque la prensa cubana lo considera una persona "afable, chistosa y con un carácter muy abierto", él nunca ocultó su admiración por el tirano soviético Josef Stalin. En los días previos al juicio por narcotráfico contra el general Arnaldo Ochoa, compañero de Raúl en Sierra Maestra y héroe de la guerra de Angola, el Chino , como llamaban al hermano de Fidel, justificó la opción sumaria invocando ante el cuerpo de generales la figura de su "amigo el georgiano". Raúl contó que, esa vez, en su despacho, se miró al espejo y vio que corrían lágrimas por sus mejillas. "Como es de suponer, me indigné conmigo mismo", dijo. Su tristeza obedecía a la preocupación por los hijos de Arnaldo Ochoa. Pero los hombres duros no lloran ni dudan. Poco después, el héroe caído fue fusilado.