En los barrios altos de Marsella, una ciudad en forma de anfiteatro desparramada sobre el Mediterráneo, la mayoría de los habitantes son de origen magrebí. Basta pasear por ellos para comprobarlo. Un cuarta parte de la población de la segunda ciudad de Francia, 200.000 personas, es de cultura musulmana. Pese a ello, Marsella no dispone aún, como París, de una gran mezquita. El ayuntamiento aprobó su construcción, pero los partidos de extrema derecha no dejan de poner trabas.

Jean-Claude Gaudin, senador y alcalde de Marsella por la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido de la derecha gobernante en Francia, defiende que "todo el mundo tiene derecho a un lugar de culto significativo" por "dignidad" y "respeto a los valores de la República". Pero no siempre ha sido así. En su primer mandato (1995-2001), Gaudin era reticente y en la campaña para su reelección eludía hablar del asunto, aunque discretamente dejaba entrever que había cambiado de opinión y apoyaría la mezquita.

Contrataque de los ultras

En junio del 2001, el ayuntamiento votó por primera vez a favor de la gran mezquita y en octubre del año siguiente los dignatarios musulmanes locales fueron recibidos por el consistorio, pero las divisiones en la comunidad musulmana y los recursos interpuestos por la extrema derecha retrasaron el proyecto. Un tribunal administrativo anuló en abril del 2007 la resolución municipal favorable de julio del 2006.

Los recursos del Frente Nacional (FN), que dirige el ultra Jean-Marie Le Pen, y de otros dos partidos de extrema derecha se basan en la ley de 1905, de separación entre la Iglesia y el Estado, que prohíbe las subvenciones. Los recurrentes interpretan que el bajo alquiler fijado por el consistorio por la cesión de los terrenos y los inmuebles es una subvención encubierta. Por eso, en el último acuerdo municipal, el alquiler ha sido revisado al alza, de 300 a 24.000 euros anuales, y el periodo de cesión, rebajado de 99 a 50 años. Pero el alcalde está dispuesto a llegar al Consejo de Estado si hay un nuevo recurso.

La gran mezquita, dotada de cúpula y dos minaretes, se instalará en el antiguo matadero de Saint-Louis y tendrá una superficie de 2.500 metros cuadrados, que podrán albergar a unos 2.000 fieles, 5.000 si se incluye la explanada exterior, de otros 6.000 metros cuadrados. La ciudad cuenta en la actualidad con seis mezquitas y 62 lugares de culto, con una capacidad total de 13.000 personas, muy lejos de los 200.000 musulmanes marselleses. Dos tercios de estos espacios tienen menos de 250 metros cuadrados.

En algunos de estos lugares de culto, instalados en bajos de edificios o garajes, los musulmanes se ven obligados a rezar en el exterior, como ocurre en la calle de la Mission-de-France, que es cortada al tráfico cada viernes, en pleno centro del barrio comercial. La construcción de la gran mezquita será "el reconocimiento de los franceses de confesión musulmana", en opinión de Nurredin Cheij, presidente de la asociación La Mezquita de Marsella. "Es necesario sacar a los musulmanes de los bajos y de los garajes, donde los extremistas reclutan a la gente aprovechándose del sentimiento de la falta de consideración", dice.

Opiniones discrepantes

La mayoría de los musulmanes de la ciudad apoyan la construcción de la nueva mezquita por las mismas razones que Cheij: la aceptación, la dignidad, la integración. Pero hay algunas asociaciones que discrepan y defienden los lugares de culto o las mezquitas pequeñas pero decentes, con el argumento de que el islam debe practicarse en la cercanía de las casas.

El coste de la nueva mezquita está presupuestado en 8,6 millones de euros y la mayor parte de la financiación será de suscripción popular. Para evitar suspicacias, los promotores han fijado en un 30%-40% la máxima aportación de los países de origen de los musulmanes: Argelia, Marruecos o Túnez.

La alcaldía considera que la construcción de la gran mezquita o de la "mezquita-catedral", como también se la denomina, va a contribuir a que "los otros marselleses acepten definitivamente el hecho musulmán". El 54% de los habitantes de la ciudad están a favor de la mezquita, con un aumento de un 9% desde que el alcalde propuso el proyecto, señalan fuentes del ayuntamiento.