Hasta hoy, la entrada enciclopédica de Barack Obama solo tenía una línea: primer presidente afroamericano. Desde ahora, ya serán dos: reformó el sistema sanitario. Hoy, cuando el presidente firme la reforma y la convierta en ley, deberemos preguntarnos por qué ha conseguido lo que algunos de sus más conspicuos antecesores del siglo XX no pudieron lograr.

Parte de la respuesta está en sus propias renuncias: la ley ha acabado sin contener una opción pública de salud. EEUU sigue siendo el único país desarrollado del mundo que no da una cobertura sanitaria universal a su población. Pero ahora, casi, y este casi es la historia en mayúsculas, porque a partir de hoy la vida de la clase media americana será menos dura. La firma de hoy no habría sido posible sin la oleada de cambio cívico que Obama generó en noviembre del 2008. ¿De dónde salió toda aquella fuerza?

El sábado pasado, Obama fue al Capitolio a pedir un último esfuerzo a los congresistas demócrata y les dijo: "A veces pienso cómo entré en la política, porque no me veía haciendo de político cuando salí de la universidad. Entonces era escéptico sobre los políticos, igual que los norteamericanos lo son ahora. Pero me di cuenta de que, si no era capaz de ser honesto con aquello en lo que creía, el sistema no cambiaría. Anoche pude decir a los norteamericanos: Esta es la cara del cambio".

Miles de contrarios a la ley gritaron durante todo el domingo: "In November we´ll remember". No sé quién se acordará de noviembre cuando vengan las legislativas de medio mandato, pero Obama ha tomado la delantera.