Como si se tratara de un viaje en el tiempo, las calles de Vicenza ofrecieron ayer estampas que pertenecen a la memoria de la izquierda europea, de cuando, en los 80, el clamor contra la presencia militar estadounidense se extendía por el continente. La manifestación contra la ampliación de una base de EEUU, en la que participaron varios partidos que apoyan al Gobierno de Romano Prodi, reunió a más de 100.000 personas, incluidos los colectivos altermundialistas más radicales.

El ministro del Interior, Giuliano Amato, había alertado de posibles infiltraciones de extremistas dispuestos a transformar el cortejo en un zafarrancho que habría sido letal para la unidad del Ejecutivo progresista. Pero el balance final fue solo de un poderoso petardo contra una comisaría y alguna pancarta de solidaridad con los presuntos terroristas arrestados esta semana.

Entre los manifestantes hubo muchas familias con niños, minusválidos en sillas de ruedas, ancianos y curas de una ciudad que ya cuenta con una notable presencia militar de EEUU y que rechaza que le sustraigan el principal pulmón verde cercano al centro histórico. Muchas voces reivindicaron un referendo, y la protesta terminó con un discurso de Sabina Guzzanti, famosa imitadora, travestida en un cómico George Bush.

PULSO POLITICO Como había pedido Prodi, los comunistas y verdes con cargos en el Ejecutivo no participaron. "Esta manifestación demuestra lo grande que es el pueblo de la paz, que el centroizquierda debe tener presente, porque constituye una parte fundamental de su electorado", comentó Oliviero Diliberto, secretario de uno de los partidos comunistas (PdCI) que se adhirieron a la protesta pese a apoyar a Prodi. "El primer ministro debe entender que esta es su gente, que piden al Gobierno que reconsidere su decisión", añadió Franco Giordano, secretario del otro partido comunista (PRC).

La situación es desconocida en una Italia donde, por lo general, las divisiones políticas son entre conservadores y progresistas y no entre los partidos que apoyan a un mismo gabinete. En un contexto en que varias fuerzas políticas presionan para echar del Gobierno a la izquierda más radical y sustituirla por los partidos centristas actualmente próximos a Berlusconi, la manifestación constituía un pulso sobre el futuro de la unidad de los progresistas.

Los líderes altermundialistas, hasta ahora identificados con la izquierda radical presente en el Gobierno, se frotaban ayer las manos. "Cuando vuelvan al Consejo de Ministros deberán decidir qué hacen, porque esta enorme manifestación es un funeral de primera clase para el PRC, el PdCI y los Verdes", dijo Luca Casarini, líder del colectivo de Los Desobedientes.