EEUU vivió ayer una segunda jornada consecutiva de enardecidas protestas hispanas cuando miles de inmigrantes se echaron a las calles de un centenar de ciudades repartidas por toda la nación para exigir al Congreso que apruebe una ley que legalice la situación de los 11 millones de inmigrantes sin permiso que hay en el país. "No somos criminales", clamaba la pancarta de Carlos Herrera, un albañil que participó en una protesta en Atlanta (Georgia).

Se esperaba que un millón de personas secundaran las protestas convocadas por Campaña por la Dignidad de los Inmigrantes, tras el medio millón que se manifestó el domingo en 10 estados.

Las protestas obedecen a los intentos de la Cámara de Representantes de promulgar una ley que convierta la presencia de los extranjeros sin permiso en un delito.