El futuro de la frontera entre el norte y el sur de Irlanda se ha convertido en un obstáculo de talla que impide el avance de las negociaciones del ‘brexit’. El rechazo de los unionistas dio el lunes al traste con la estrategia de Theresa May y transformó su encuentro con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en un espectacular fracaso. La 'premier' británica pone ahora todo su empeño en volver a encarrilar una situación caótica. Y el tiempo apremia si se quiere conseguir el visto bueno para pasar a la segunda fase de negociaciones en la cumbre de líderes europeos de los días 14 y 15 de diciembre.

El Partido Democrático Unionista (DUP) rechaza para Irlanda del Norte una regulación especial, “alineamiento regulatorio”, según el borrador del plan, que implicaría quedarse en la unión aduanera y el mercado común a diferencia del resto del Reino Unido. El DUP veta así las negociaciones y puede hacerlo porque May necesita sus 10 diputados en Westminster para alcanzar la mayoría parlamentaria, que precisa para gobernar. Todo el mundo recuerda ahora cómo lograr aquella alianza condujo a unas largas y muy tortuosas conversaciones tras las elecciones de junio. El escenario podría repetirse.

"Gran choque"

A primera hora del martes desde el DUP dejaron claro que su líder, Arlene Foster, no se desplazaría a Londres a hablar ese día con May. A última hora de la tarde ni siquiera habían conversado por teléfono y había dudas de que fueran a hacerlo más tarde. May, en cambio, sí pudo hacerlo con la líder del Sinn Féin, Michelle O’Neil. En declaraciones a medios irlandeses y británicos, Foster aseguró que habían estado pidiendo a May durante cinco semanas el borrador del acuerdo sobre la frontera y solo llegó a sus manos ayer. Cuando lo leyó, “fue un gran choque”, aseguró. El DUP acusa al Gobierno de la República de Irlanda de haber adoptado una posición en la negociación sobre la frontera “agresiva y antiunionista”.

En la Cámara de los Comunes el ministro para el ‘brexit’, David Davis, defendió el concepto de “alineamiento regulatorio” y afirmó que el Gobierno quiere que se aplique a todo el Reino Unido después del ‘brexit’. Davis sostuvo que el término no es igual que estar en el mercado único, pero tampoco ofreció más precisiones. La confusión sigue reinando. Lo que quedó claro es que el Gobierno quiere desligarse de la idea de que Irlanda del Norte tendría un sistema de regulación económica diferente al resto del país, algo inaceptable para el DUP y para los conservadores de la línea dura defensores de una ruptura con la UE, incluso sin acuerdo.

Uno de ellos, Ian Duncan Smith, declaró a la BBC que “Bruselas debe dar marcha atrás o el Reino Unido se moverá”, sugiriendo que los británicos pueden levantarse de la mesa y marcharse. Eso es algo que partidarios a ultranza del ‘brexit’ vienen buscando desde el principio.

Responsabilidad de la primera ministra

El partido laborista abogó por una solución muy diferente. Su responsable para el ‘brexit’, Keir Starmer, pidió al Gobierno que vuelva “a poner sobre la mesa” las opciones de permanecer en el mercado único y la unión aduanera. En el Parlamento de Dublín, el primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, afirmó que la responsabilidad de llegar a un acuerdo con la UE es cosa de May. Así también lo cree la Comisión Europea. “El 'show' está ahora en Londres”, afirmó un portavoz.

Juncker espera a May en Bruselas esta semana. Antes de ese viaje, la primera ministra deberá reformar el borrador sobre la frontera irlandesa y lo que es más difícil, venderles el resultado a sus aliados unionistas.