Puede sonar paradójico, pero la guerra contra el terrorismo que EEUU desencadenó tras el 11-S se ha convertido en un factor positivo para el desarrollo de los procesos de paz en los países en conflicto. Así lo afirmaron los invitados a la Cumbre de Negociadores de Paz clausurada ayer en Madrid, la primera iniciativa de este tipo que tiene lugar en España. A pesar de que los efectos de la ofensiva liderada por la Casa Blanca son distintos según cada país, casi todos agradecen el esfuerzo global para congelar las fuentes de financiación y perseguir a los violentos.

"Ser eliminados de las listas negras de EEUU y la UE se ha convertido en una reivindicación constante en los procesos de paz, y por tanto en un elemento que juega a favor de los gobiernos", señaló Darío Mejía, asesor del alto comisionado de paz de Colombia. En la muy criticada negociación con los grupos paramilitares, el Gobierno colombiano usó esa moneda de cambio y se comprometió a suspender los procesos de extradición "si se sentaban a dialogar".

En el caso de Filipinas, la presión que supone la guerra global contra el terrorismo ha sido determinante en el acuerdo entre el Gobierno y el Frente Moro de Liberación Islámica. "Ellos operan en una región en la que se han asentado células de Al Qaeda --explicó el consejero de Paz del Gobierno filipino, Jesús Dureza--, y se ha pactado no permitir la presencia de terroristas en esa zona", celebró.

RESPALDO A ESPAÑA No todos los que participaron en la cumbre aceptaron hablar del proceso de paz en España, pero quienes lo hicieron respaldaron la iniciativa del Gobierno. "El alto el fuego ya es un buen paso", destacó Dureza. "Está claro que hay una parte de la sociedad renuente al coste político, pero siempre hay un coste político en este tipo de negociaciones. En cuanto se empiecen a palpar los beneficios de la paz, lo que critican van a cambiar de opinión", dijo.