La cumbre del G-8 acordó reforzar los mecanismos nacionales de control, almacenamiento y venta de misiles tierra-aire para impedir su adquisición por parte de grupos terroristas. Los líderes mundiales se comprometieron a restringir la venta de estos sistemas de defensa antiaérea, que de ahora en adelante sólo podrán ser comprados por gobiernos nacionales. También estudiarán la posibilidad de que los nuevos misiles respondan a características técnicas específicas para "impedir su uso sin autorización".