El déficit público, la economía sumergida y la fuga de capitales son los principales problemas de la economía húngara. Además, la reducción del déficit es una de las exigencias de la UE a Hungría para permitir su ingreso. El plan de rigor de Ferenc Gyurcsany parece imprescindible, pese a que supone adoptar medidas impopulares para contener el gasto público (sanidad y educación) y una subida de impuestos. Cualquier Gobierno, de izquierdas o conservador, debía abordar esos problemas, en una economía dependiente de la inversión extranjera, hoy temerosa tras los disturbios.