Los electores rusos acudieron ayer a las urnas para asegurar la continuidad del curso nacionalista iniciado hace ocho años por el presidente ruso, Vladimir Putin, que ha restaurado el papel de Rusia como una gran potencia militar y ha recordado a Occidente la confrontación de los tiempos de la guerra fría. Tal y como lo esperaba el Kremlin, el candidato presidencial oficialista y viceprimer ministro, Dmitri Medvédev, de 42 años, arrasó en las presidenciales obteniendo el 67% de los votos, según la Junta Electoral Central.

Tras el recuento del 36% de los votos, en el segundo lugar se situaba el líder del Partido Comunista, Guennadi Ziuganov, con el 18,8% de los sufragios, seguido por el ultra Vladímir Jirinovski con el 11,3%. El tercer candidato, el liberal Andrei Bogdanov, obtenía el 1,4%. En la votación participó un 67% de los 109 millones de electores llamados a elegir al tercer presidente de la Rusia post-soviética, después de Boris Yeltsin (1991-1999) y Putin (2000-2008).

EN LA PLAZA ROJA Animado con los primeros resultados, Medvédev salió del Kremlin para subir junto a Putin al enorme escenario, montado en la plaza Roja, en el que se celebraba un gran concierto musical a cielo abierto. "Estamos eligiendo nuestra vía de desarrollo para un período bastante largo. Estoy convencido de que hemos de elegir el camino que hemos elegido", dijo Medvédev.

A pesar de que había cuatro candidatos, los quintos comicios presidenciales en Rusia desde 1991 se habían convertido en un plebiscito a Medvédev en diciembre cuando Putin presentó a su viejo protegido como el heredero del Kremlin que continuaría las políticas aplaudidas por dos tercios de la población activa.

En verano del 2007, los sondeos daban a Medvédev solo un 35% de los votos potenciales en una imaginaria primera ronda, mientras un 55% de los electores decían que le apoyarían en la segunda ronda. Sin embargo, el respaldo del Kremlin en la campaña le garantizó un resultado parecido al que acaba de recibir Rusia Unida en las elecciones a la Duma (Cámara baja), es decir, unos dos tercios de los votos.

La Constitución rusa impedía que el presidente actual se presentase para el tercer mandato consecutivo. Putin se aprovechó plenamente de la circunstancia de que los votantes rusos estaban dispuestos a respaldar a cualquier heredero del presidente actual, que cuenta con el apoyo de un 75% de los electores.

La campaña estuvo marcada por el dominio sin precedentes del candidato oficialista en los medios de comunicación nacionales que le promocionaron sin límites aprovechando sus actividades como miembro del Gobierno. Los otros candidatos que apenas estaban presentes en los espacios informativos de los últimos dos meses, lo denunciaron, pero la situación no cambió.

Ziuganov y Jirinovski denunciaron ayer "numerosas irregularidades" registradas por sus observadores en el proceso de la votación y anunciaron que impugnarán los resultados.

La campaña también provocó fuertes críticas de Occidente, que llegó a afirmar que el proceso electoral no correspondía a las normas democráticas internacionalmente reconocidas.

MANIFESTACIONES La oposición rusa ha convocado para hoy dos marchas en Moscú y San Petersburgo para protestar por la "farsa" de las elecciones presidenciales de ayer, según confirmó Ludmila Mámina, portavoz de La Otra Rusia, movimiento que convocó el acto y que incluye a liberales, nacionalistas y activistas de izquierda. Entre los que han confirmado su participación se encuentra el ajedrecista Garry Kaspárov, que ayer intentó repartir octavillas que rezaban No participaremos en esta farsa.