"Me importa un pepino quién sea el presidente; todos son igual de corruptos y ladrones. Lo único que quiero es poder llevar los niños a la escuela e ir a trabajar sin toques de queda ni tanta bulla". La opinión de una mujer que sonríe, contesta y sigue su camino refleja el sentir de la mayoría de hondureños, afectados por una crisis política que ha convertido en gritos la voz suave de los llamados catrachos .

La gestión del presidente Manuel Zelaya polarizó en los últimos dos años a una sociedad que demanda ante todo "tranquilidad". Algunos comentan que "Mel meó fuera de nica", desvarió, al acercarse al "demonio de Hugo Chávez", el bolivariano presidente de Venezuela. Y muchos cifran el origen del golpe militar que lo derrocó en que "Mel le plantó cara a los turcos". Los turcos es la denominación genérica que los hondureños de a pie dan a lo que los más politizados llaman "la oligarquía criolla", "las trece familias", "los poderes fácticos" o "los seis grandes empresarios" del país, descendientes de emigrantes libaneses y de otros países de Oriente Próximo llegados a Honduras hace ya dos siglos. Una docena de apellidos de peso que la gente recita como la alineación del más potente equipo de fútbol: "Kafati, Ferrari, Facuse, Villedas, Larach, Rosental..." Alumbrado por Mel Zelaya, dicen sus seguidores: "el pueblo despertó frente a esas familias que tienen al país como su finca". Pero lo que acabó por vivir es una pesadilla.

Doblar el sueldo mínimo "Mel casi nos dobló el sueldo mínimo", recuerdan los trabajadores. Un buen porcentaje de ellos debe añadir: "El patrón dijo que eso era un atentado al sistema productivo y nos puso de patitas en la calle". En su pugna con los grupos de poder, que controlan todas las instituciones, el ranchero presidente fue virando a la izquierda y así calificó a su Gobierno. Su adhesión al Alba (Alianza Bolivariana de las Américas), el apoyo a Cuba, sobre todo los arreglos con Hugo Chávez pusieron los pelos de punta no solo a los poderosos. Son muchos los electores que comentan: "Yo voté por él, pero no para que nos llevara al Alba y pretendiera convertirse en un caudillo chavista". Para los humildes, ese acercamiento "era el alba de la liberación" --como dice un campesino-- que debía seguir con "el amanecer de una Asamblea Constituyente". Zelaya abocó fuerzas y mucho dinero a la consulta popular; el golpe militar cerró ese camino y exacerbó los ánimos en la calle.

"El pueblo hondureño siempre ha vivido en paz. Con su pensamiento equivocado, fue Zelaya quien creó la división y el odio entre nosotros", señala mucha gente de clase media.

Base militar en EEUU

Honduras fue hace 20 años la base militar de EEUU en la guerra contra los izquierdismos de América Central. Al norte del río Bravo trabajan un millón de hondureños emigrados. De repente, en lugar de a EEUU, el país miraba hacia el sur.

"Chávez tiene la culpa de lo que aquí ocurre. Nos trajo el bochinche, el barullo de los venezolanos, y nos chingó la vida", señala un viejo aviador a las afueras de la capital. Como otros, el hombre reconoce, no obstante, que el golpe no era la forma de frenar al presidente Zelaya: "Los militares se pasaron con el cachimbazo". Frente a quienes esgrimen la Constitución y sus artículos pétreos, inamovibles, para justificar la asonada, mucha gente de todas las clases, incluso críticos con Zelaya, señala: "El pueblo tampoco quiere a Roberto Micheletti, que ha llegado al poder a la brava, apoyado en las Fuerzas Armadas".

Aun lejos de Chávez, aplican al presidente de facto el apodo que éste le endilgó: Goriletti . Los más pobres ya tienen un héroe: Zelaya. Un campesino dice: "Queremos que haiga paz, que haiga trabajo, que haiga de todo lo que necesitamos, lo cual --está en disposición de apoyar. El sí es macanudo bueno".