Antonio Domingo Bussi, Ramón Genaro Díaz Bessone, y Luciano Benjamín Menéndez fueron los tres primeros generales que ayer se vieron cara a cara con el juez Rodolfo Canicoba Corral, que encargó su inmediata detención el pasado jueves. Nada menos que tres de los más feroces represores que en virtud de las leyes de impunidad y los indultos del expresidente argentino Carlos Menem en el año 1990 lograron eludir a la justicia.

Menéndez fue amo y señor de Córdoba, la provincia donde se asienta el III Cuerpo de Ejército. En la Córdoba de Menéndez funcionó La Perla, el segundo campo de concentración y torturas más importante del régimen (el otro era la Escuela de Mecánica de la Armada, ESMA, en Buenos Aires). Bussi impuso en la provincia de Tucumán la política de tierra arrasada. Con la excusa de enfrentar un endeble foco de guerrilla rural arrasó con toda disidencia. Bussi no deja de ser un caso emblemático de cómo muchos argentinos evalúan esos años de horror. En los 90, en plena democracia, fue electo gobernador tucumano. Y si bien la experiencia de gestión fue desastrosa, la prédica de "orden y limpieza" sigue teniendo adeptos: semanas atrás ganó el municipio de Tucumán por 17 votos a un hijo de desaparecidos. Su detención le impediría asumir el cargo.

El ideólogo Díaz Bessone ya no tiene el protagonismo de los tiempos de la dictadura, pero su voz se sigue escuchando.