En Finlandia, los hombres de negocios y los responsables políticos adoran recibir a sus contactos profesionales en una sauna. Pero el baño de vapor, tradición nacional en Finlandia, ha dejado de estar de moda entre los dirigentes políticos y los empresarios. La razón es muy sencilla: a menudo ya no son ellos, sino ellas, las que deciden.

Una de las últimas dirigentes que ha decidido romper con la costumbre de recibir a los invitados oficiales en una sauna es la presidenta finlandesa, Tarja Halonen. "La presidenta adora ir a la sauna, pero no con sus invitados oficiales", admite la portavoz, Maria Romantschuk. Durante su visita al país nórdico el pasado año, el presidente ruso, Vladimir Putin, sí estuvo en una sauna, pero con Pentti Arajavi, el marido de su homóloga finlandesa.

"Hoy en día, las personalidades que ocupan posiciones de responsabilidad en la política y en los negocios son más tecnócratas que hace 30 años", valora Olli Rehn, el finlandés que ocupa el cargo de comisario europeo para la Ampliación y gran consumidor de sauna. Rehn cree que en la vida política se está "poniendo el acento en la igualdad de sexos, por lo que es difícil organizar una sauna para los hombres y otra para las mujeres".

"La sauna diplomática y la sauna de negocios ya no son lo que eran", confirma Heidi Hautala, diputada ecologista. Porque en Finlandia se practica solo en desnudez y entre personas del mismo sexo, salvo dentro del círculo familiar.

Asociada a una representación más o menos desfasada del hombre finlandés, machista y bebedor, la sauna era, por sí misma hasta hace no mucho, una forma de "arrinconar a las mujeres a papeles subalternos", acusa Kirsi Seppalainen, una mujer que ocupa un alto cargo en una gran compañía. "En uno de mis puestos precedentes, yo era la única mujer en las reuniones de dirección: tenía que buscar algo que hacer mientras esperaba a que los hombres salieran de la sauna", explica Seppalainen.

"Ciertas empresas piensan que aún pueden permitirse esta vieja tradición, pero en poco tiempo se darán cuenta de que pertenece al pasado", predice la ecologista Hautala.

Un método eficaz

Pese a todo, aún se percibe la sauna como un método eficaz de personalizar una relación profesional. "Si podemos ponernos de acuerdo en algo cuando estamos desnudos, es difícil que después no podamos mantener la palabra: se trata de un vínculo social que derrumba las defensas", estima el eurodiputado Lasse Lehtinen, quien cita a sus contactos en una sauna. Lehtinen recuerda que hubo un tiempo en el que la sauna se imponía como condición previa a toda negociación comercial. Hoy en día, la sauna "entra en juego más tarde en el desarrollo de los asuntos de negocios", afirma Tiia Sammallahti, directora de comunicación del grupo de hoteles de lujo Palace Kamp.

La mundialización

Lehtinen admite que la mundialización complica la práctica de la sauna con interlocutores que proceden de culturas donde la desnudez no se estila.

El pasado verano, Rehn compartió sauna con el principal responsable de las negociaciones de adhesión de Turquía a la UE, Alí Babacan. "Babacan realizaba un viaje privado por Finlandia con su familia; fuimos juntos a una sauna con su hijo, fue muy agradable, les gusta mucho", asegura el comisario. Pero, pese a la diplomacia de la sauna , las negociaciones de adhesión con Turquía acabaron finalmente por descarrilar.

"A menudo, los europeos piensan que la diplomacia de la sauna es una tortura; eso es falso", juzga Rehn. "Es un acto de reflexión y de relajación; y es un método excelente de negociar sin presión", apunta.