Esta vez las encuestas no se equivocaron o, al menos, no lo suficiente como para aguar los planes de la cancillera, Angela Merkel. Alemania tendrá un gobierno de derechas liderado por la unión democristiana que forman CDU/CSU, con Merkel a la cabeza, y apoyado por los liberales del FDP. "Hemos conseguido nuestro objetivo. Formaremos gobierno con el FDP y yo seguiré siendo la cancillera de todos los alemanes", decía ayer una sonriente Merkel tras conocer los primeros resultados.

La coalición negro-amarilla será posible por el aumento de los votos del FDP que, con un 15% de los sufragios, obtuvo el mejor resultado de su historia y compensó el discreto retroceso de los conservadores, que con un 33,5% pagaron las consecuencias de cuatro años de coalición con los socialdemócratas del SPD. La coalición sumará más de 320 escaños, por encima de la mayoría necesaria de 308, frente a los 291 de La Izquierda, Verdes y el SPD.

Los socialdemócratas sufrieron mucho más que el partido de Merkel el efecto del "matrimonio de conveniencia" en el que se embarcaron hace cuatro años. El SPD registró el peor resultado de su historia, al quedarse en un 23%. Sus socios naturales, Los Verdes, también se quedaron muy lejos de su objetivo de volver a ser tercera fuerza política del país aunque vieron mejorar sus resultados en dos puntos, hasta el 10%.

CUARTA FUERZA El otro ganador de la noche fue el partido de La Izquierda. La formación de Oskar Lafontaine obtuvo un 12,5% de los votos, el mejor resultado desde su formación, que supone su consolidación como cuarta fuerza del país y que le permite convertirse en un partido fuerte en la oposición de izquierdas a la que tendrá que enfrentarse el nuevo Gobierno.

El nuevo Gabinete entre socios naturales podría no ser tan cómodo como podría parecer a primera vista. Aunque el nuevo Ejecutivo podrá dar el giro a la derecha deseado por ambos --y que se dejará notar sobre todo en las políticas fiscales y los recortes sociales--, el buen resultado de los liberales les sitúa en posición de exigir puestos importantes y llegan al Gobierno con muchas ganas de dejarse notar, tras 11 años en la oposición.

"Estamos preparados para asumir el encargo que millones de votantes han puesto en nuestras manos", afirmaba ayer el líder de los liberales, Guido Westerwelle, con una sobriedad que contrastaba con la euforia que se vivía ayer en la sede del partido.

El FDP planteará más de un problema a los conservadores en temas como los recortes de libertades en nombre de la seguridad interior --sobre todo, si se mantiene en el puesto el actual ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, partidario de políticas más radicales en este terreno-- y en algunos puntos de la política económica, donde los liberales pretenden dejar patente la naturaleza neocon de su partido, bastante alejada de los conceptos del Estado del bienestar que ha defendido en los últimos años la CDU de Merkel.

BAJA PARTICIPACION En una jornada de récords positivos y negativos para los partidos, también la abstención batió su marca. El 71% de participación registrado ayer refleja el hastío de unos votantes desencantados con los grandes partidos y aburridos tras 4 años de coalición.

Las elecciones de ayer son la constatación de un nuevo panorama político en el país. Seis partidos estarán representados en el nuevo Parlamento (contando por separado a CDU y CSU) y todos habiendo obtenido más de un 10% de los votos.