Grandes palabras pero ningún compromiso concreto. Como se esperaba, la cancillera alemana Angela Merkel ha inaugurado este miércoles la fase política de la Cumbre del Clima de Bonn (COP23) sin poner sobre la mesa las medidas como fijar una fecha para reducir progresivamente el uso del carbón. Aun así, ha instado a la comunidad internacional a trabajar con “seriedad” para que se implemente el Acuerdo de París contra el cambio climático, un problema en el que "nadie puede ni debe ignorar" sus consecuencias, y a alcanzar nuevas objetivos más ambiciosos. "Con los compromisos actuales no cumpliremos el objetivo de reducir el aumento de la temperatura global por debajo de los dos grados", ha asegurado.

Ante los representantes políticos de hasta 200 países de todo el mundo, Merkel ha reconocido que el objetivo de reducir un 40% la emisiones contaminantes fijado para el 2020 está causando "notables conflictos” con los liberales (FDP) y los Verdes, los dos partidos con los que actualmente negocia la formación de un gobierno tripartito. Pero a pesar de apuntar al nuevo ejecutivo, en los últimos años Alemania se ha estancado en su lucha contra el cambio climático. El año pasado las emisiones de gases de efecto invernadero crecieron. Eso hace que vaya en camino de incumplir ese objetivo.

CUESTIÓN DE CARBÓN

Aunque un 35% de la electricidad que produce provenga de energías renovables, Alemania aún depende del carbón. Merkel ha señalado que el objetivo germánico es reducir entre un 80% y un 90% las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2050, aunque tampoco ha explicado cómo se cumplirá. Lo que sí ha asegurado es la intención de Berlín de doblar la financiación para ayudar a los países en vías de desarrollo a afrontar los efectos del calentamiento global para el 2020.

Los ecosocialistas exigen el fin del uso del carbón para el 2030, algo que secundan los grupos medioambientales. Sin embargo, las "cuestiones sociales" y los "puestos de trabajo” hacen que el cierre de las plantas no entra aún en los planes de la cancillera. Potencias como Francia (2022), Italia, Reino Unido (2025), Portugal, Países Bajos, Finlandia y Canadá (2030) ya lo han fijado.

Los colectivos medioambientales y los grupos de activistas que se encuentran en Bonn para hacer visible su malestar han pedido a Merkel y al presidente francés, Emmanuel Macron, que tomen la iniciativa para revertir el "déficit de confianza” que tienen las naciones industriales más avanzadas y asumir el liderazgo en la lucha global contra el cambio climático, algo que, aseguran, no han visto en la primera fase de negociaciones de la COP23. Pero a pesar de la presión, nada hace pensar que la ambición ecológica alemana sea suficiente.