Más de 71 millones de mexicanos están convocados a las urnas para elegir hoy al futuro presidente de la República, así como un nuevo parlamento y varios gobernadores, en unos comicios ampliamente señalados como los más reñidos de la historia y los más decisivos para configurar el nuevo mapa político del continente americano. Cuatro hombres y una mujer participan en la liza presidencial, pero solo dos protagonizan el pugilato final y obligan a los electores a optar entre la continuidad o el giro a la izquierda: el exministro conservador Felipe Calderón y el exalcalde de la capital, Andrés Manuel López Obrador.

El candidato de la izquierda llega a la elección con una ligera ventaja en las últimas encuestas y, gane o pierda, todos los comentarios y titulares repetirán mañana su nombre o su acrónimo AMLO. Dentro de una guerra sucia que en los tres días de reflexión saltó de la tele a la red cibernética, un hacker manipuló la página de López Obrador con una carta apócrifa llamando a la resistencia tras una supuesta derrota electoral.

Los innumerables métodos de coacción y compra del voto se multiplicaron por el interior del país bajo la maquinaria caciquil de los partidos tradicionales. El Revolucionario Institucional (PRI) hace un último esfuerzo por aupar a su candidato, Roberto Madrazo, relegado al tercer lugar por los sondeos, y mantener su poder en el Congreso. El Partido Acción Nacional (PAN) se resiste a perder la jefatura del Estado que ostenta Vicente Fox. Frente a ellos, 20.000 redes ciudadanas apoyan al Partido de la Revolución Democrática (PRD) para vigilar hoy un 95% de las casillas.

SORTEO Algunos candidatos sortearon coches o bicicletas y las autoridades municipales o comunales repartieron despensas o bolsas de la compra.

Según diversos testimonios, el voto se cotizó entre diez pollos u ocho costales de cemento y unos 50 euros en efectivo. Un portavoz de las redes de apoyo al candidato AMLO aseguró que las acreditaciones de elector podían comprarse por 140 euros.