Blindado por la policía y el Ejército, bajo alerta máxima en medio de una narcoguerra que ha dejado ya casi 30.000 muertos, México celebra hoy con actos fastuosos en los que ha tirado la casa por la ventana, pero con miedo, el bicentenario del inicio de la guerra de independencia. El constante "¡Viva México!", que anoche (madrugada de hoy en España) iba a entonar también el presidente, Felipe Calderón, para recordar el primer grito rebelde del cura Miguel Hidalgo, sonaba más festivo pero más vacío y dramático que nunca.

La ceremonia, que abre la mayor fiesta civil del año, fue esta vez suspendida en diversas ciudades acosadas por los sicarios del narcotráfico. Pesa el recuerdo de Morelia, en cuya plaza estallaron dos granadas hace dos años, y la espiral de violencia que sufre el país. Las autoridades recomendaron incluso seguir los festejos por televisión. Y, solo en la capital, desplegaron a casi 30.000 agentes de policía y militares, así como 2.000 francotiradores que vigilaban el Zócalo, la gran plaza central, durante el ritual del grito.

Aun así, centenares de miles de personas se lanzaron a la calle desde media tarde para disfrutar de los espectáculos, las cabalgatas y los conciertos que se extendieron desde el Zócalo por la Alameda y el paseo de la Reforma, hasta el Angel de la Independencia, y se transmitieron por 40 pantallas gigantes. Confiaban en que las explosiones se limitaran a las ocho toneladas de pólvora transformada en fuegos artificiales que cerrarían la noche. Para seguir hoy con el desfile militar y el grito del presidente en el pueblo de Dolores, en Guanajuato, cuna de la independencia.

NADA QUE CELEBRAR La mayoría de los mexicanos coinciden en que tal como está el país no hay nada que celebrar en la tradicional comida familiar de hoy. Critican el despilfarro de 200 millones de euros en los festejos, muchos de ellos montados por una empresa extranjera al estilo de una inauguración olímpica. Por cierto, que el gran monumento que debe conmemorar el Bicentenario, la Estela de Luz, no va a estar listo hasta dentro de un año.

Muchos se tragan la zozobra a fuerza de agua de fruta, porque una ley seca prohíbe la venta de alcohol durante tres días. Y, aún en el camino, cantan la ranchera de José Alfredo Jiménez que dice: "Viva México, gritemos. Aunque estemos como estemos, no nos echemos p´atrás".