Tu participación es vital, porque esta lucha es de todos". El presidente de México, Felipe Calderón, interrumpió ayer culebrones y retransmisiones deportivas para dar por televisión una explicación de su lucha contra el crimen organizado y lanzar un desesperado llamamiento a la colaboración popular en la denuncia del narcotráfico. Pero la escalada de la violencia atemoriza de tal forma al país que ya un Estado, Nayarit, decidió adelantar tres semanas el fin de curso, entre rumores de que los sicarios entrarían en las escuelas a matar a los hijos de sus enemigos.

Pese al despliegue de unos 50.000 militares en el norte del país, las bandas de pistoleros que disputan territorios y fronteras al servicio de los cárteles de la droga intensificaron los cuatro días anteriores sus ataques y atentados hasta dejar más de 200 muertos, entre ellos 20 uniformados. Calderón saltó a la palestra televisiva consciente de que "la preocupación de los mexicanos son los hechos violentos y las muertes que se reportan cotidianamente, y que la parte que más duele e indigna es la pérdida de vidas inocentes".

PARTICIPACION CIUDADANA El presidente insistió en pedir la participación de la ciudadanía en una narcoguerra que ha provocado 24.000 muertos en tres años y medio, con una espiral que arroja ya más de 5.200 en lo que va de año. Y lo hizo consciente --como cuando asumió el poder y declaró la guerra al narcotráfico, en diciembre del 2006-- de que "esta es una lucha que costará tiempo, que costará recursos; que costará, por desgracia, vidas humanas". Y resaltó "las de esos valientes policías, soldados y marinos", caídos en las matanzas recientes en Michoacán, Guerrero, Sinaloa, Tamaulipas y Chihuahua.

"Es una lucha de todos los mexicanos, porque los criminales no hacen distingo y lastiman a la sociedad por igual", afirmó Felipe Calderón. El mandatario explicó que declaró la guerra al crimen organizado porque sus bandas intimidaban ya a las autoridades y la población: "Las organizaciones criminales se empezaron a meter directamente con la gente, con ciudadanos como tú. Era urgente actuar con firmeza".

El presidente explicó igualmente que la estrategia nacional de seguridad tiene cuatro ejes. Uno es evidente: los dispositivos conjuntos de las Fuerzas Armadas y la policía federal. Los otros tres, por mucho empeño que les pongan, aún provocan las risas de muchos en este país: "La depuración y el fortalecimiento de las policías y las instituciones. El rediseño del marco legal para abatir la impunidad. La prevención y el fortalecimiento del tejido social". Tres factores clave que aún están en gestación cuando a muchos niveles prevalece la corrupción, y la violencia afecta cada vez más a la población civil.

Cuando Calderón lanzó su "mensaje a la nación" hasta las paredes blancas de la turística ciudad de Taxco, en el Estado de Guerrero, estaban manchadas de sangre tras una balacera: un tiroteo más entre soldados y sicarios que duró una hora, obligó a desalojar una guardería y causó 15 muertos. El capo de la zona logró escapar. No lejos de allí hallaron a dos personas ejecutadas. En Tamaulipas, otros cinco presuntos pistoleros y un soldado murieron en una refriega. En Morelos, un policía fiscal y su hijo fueron ejecutados. En Querétaro, un guardia municipal fue ametrallado... La lista era interminable y salpicaba la mayor parte del país.

En el norte, factorías, barrios y aldeas desiertas por el éxodo a EEUU muestran la desazón e impotencia ante la ola de violencia. La desesperación surge por todos lados, como mostró el gobernador de Nayarit, Ney González, al ordenar el fin de curso para mañana y pedir a Calderón que mande al Ejército "para recuperar el territorio" de ese Estado costero del Pacífico. Las redes sociales decían que las matanzas iban a entrar a las escuelas.