A mitad de su mandato, tres años después de haber acabado con 71 años de Gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el presidente mexicano, Vicente Fox, se enfrenta hoy a un barómetro electoral marcado por la desilusión. Aunque las elecciones legislativas "serán las primeras en las que se elegirá un Congreso con poder real que definirá el rumbo de México", como resalta Felipe Bravo, dirigente del gubernamental Partido Acción Nacional (PAN), es la abstención la que se vislumbra como gran ganadora. Los comicios renovarán los 500 escaños de la Cámara de Diputados, los gobernadores de seis estados y los alcaldes de una tercera parte del país.

Las encuestas no prevén apenas cambios en la composición del Parlamento tripartito, cuya división ha obstaculizado las reformas de fondo propuestas por Fox. El presidente reconoce que "no es fácil atacar con fuerza la corrupción del pasado y al mismo tiempo pedir a ese mismo partido que ayude a hacer las reformas".