Fuerzas antidisturbios rusas detuvieron ayer en Moscú a unos 70 manifestantes que se habían concentrado en el centro de la capital de la Federación Rusa para exigir la dimisión del primer ministro, Vladimir Putin, por su política de acoso contra las libertades, así como por la incapacidad de reaccionar ante la crisis económica que ha causado un importante deterioro de la calidad de vida de la mayoría los ciudadanos rusos.

En las protestas, denominadas Día de Furia, participaron miles de personas en toda Rusia. El objetivo, según los organizadores, fue "dar un toque de atención a las autoridades e impulsar la solución de los problemas sociales". En San Petersburgo, la segunda ciudad más importante de Rusia, hubo dos manifestaciones que congregaron a unas 750 personas. En la protesta de Vladivostok participaron unos 1.500 manifestantes.