Noche cerrada en Beirut oriental, el sector cristiano de la capital. Charles Abú Habib, de 50 años, patrulla en un Megane oscuro por las calles solitarias de los barrios de Jdeide y El Boshriye. En un brazo tiene tatuado un crucifijo y en otro un tigre, símbolo de su fidelidad al partido maroní de Dori Chamún y a su extinta milicia de los Tigres. "Ves a esos dos en la moto, son informadores de Hizbulá", dice sin alterarse, antes de ordenar por radio a sus hombres que les sigan. "Es solo por precaución", añade, "no queremos que nos sorprendan como a los sunís".

Los feudos cristianos del Líbano son los únicos que se han librado de los combates de esta última semana entre la oposición y las fuerzas progubernamentales. Pero nadie se fía. La prueba es que desde el miércoles, cuando todo comenzó, los tres grandes partidos cristianos aliados del Gobierno --las Fuerzas Libanesas de Samir Geagea, las Falanges de Amin Gemayel y el PNL de Chamún-- trabajan juntos para organizar la defensa de sus barrios en la capital. Cada noche sus hombres se reúnen para preparar la estrategia. Organizan patrullas, trazan planes de guerrilla y estudian los perfiles de los cientos de nuevos voluntarios que se han ofrecido para unirse a sus "milicias civiles". Cada uno de los comandantes , asegura Abú Habib, tiene al menos 50 hombres a su disposición.

Su miedo es que Hizbulá les ataque por sorpresa, como hizo con los sunís de Hariri en Beirut o los drusos de Yumblatt en Monte Líbano. Hasta ahora la guerrilla de Nasrala ha dejado al margen a los cristianos gracias a su alianza en la oposición con el caudillo maroní Michel Aoun. Pero, por si acaso, se están organizando. Los mejor preparados son las fuerzas de Geagea, el único de los señores de la guerra que pasó por la cárcel tras la guerra civil. "Tienen muchas armas estadounidenses e israelís, nosotros solo viejos AK-47", explica Michel, uno de los comandantes , chamuni como Abú Habib.

OREJAS Y OJOS COMO TROFEO Michel es también un Tigre, ya entrado en años y fondón, pero, según sus palabras, dispuesto a pegarse un tiro antes que rendirse a los chiís. De los días de la guerra civil recuerda cómo sus colegas --aliados entonces, como los falangistas, de Israel-- salían de los campos palestinos con collares de orejas y ojos como trofeo. "No sé de dónde vienen las armas de Geagea, pero poco después de que el USS Cole llegara a aguas libanesas en febrero recibimos un gran cargamento", dice.

En el Líbano de hoy, donde todos mienten, el Gobierno y su socio en Washington acusan a Irán de armar a Hizbulá y promover la inestabilidad. Pero no reconocen que ellos hacen lo mismo.

Para consuelo del Gobierno, Bush dijo que no dejará que el "Líbano caiga bajo control de Siria e Irán", principales aliados de Hizbulá. La buena noticia es que los combates cesaron ayer.