El ultimátum que establecieron las tres milicias palestinas que secuestraron al soldado israelí Gilad Shalit no fue más que una estrategia negociadora. Una vez expiró ayer, a las 6 de la mañana (una hora menos en España), el portavoz de una de ellas --el Ejército del Islam-- anunció que no matarán al militar "porque va en contra de las normas del islam". Eso sí, los representantes de los tres grupos han abandonado las negociaciones con los mediadores egipcios para encontrar una salida a la crisis, a pesar de que el primer ministro palestino, el islamista Ismail Haniya, hizo un llamamiento a continuar el diálogo.

Israel tampoco parece estar por la labor de negociar. El primer ministro, Ehud Olmert, visitó ayer Sderot --la ciudad más castigada por los cohetes artesanales Qasam-- y reafirmó su intención de "no hablar con terroristas". "Esta puede ser una larga guerra", dijo Olmert, casi en el mismo momento en que sus tropas avanzaban varios metros más en el norte de la franja de Gaza.