Moktada al Sadr sigue echándole un pulso al Gobierno iraquí y al Ejército de EEUU en Nayaf, 17 días después de la segunda gran rebelión shií desde que acabó la guerra. Más de mil milicianos, según France Presse, continuaban ayer dentro del mausoleo del imán Alí, mientras delegados del clérigo moderado Alí Sistani --que está en Londres recuperándose de una operación-- y representantes de Sadr negociaban para la entrega de las llaves del edificio santo, un gesto que debería servir para poner fin a la revuelta. Pero ayer no se sabía a ciencia cierta ni en qué etapa estaban esas negociaciones ni el paradero de Sadr ni qué va a ser del millar de milicianos encerrados en el edificio. Lo único que había era confusión y, anoche, después de un día de relativa calma, enfrentamientos.

"El ayatolá Sistani ha puesto condiciones para aceptar las llaves por medio de sus representantes en Nayaf", explicó el jeque Alí al Smeisin, uno de los consejeros del clérigo radical Sadr. En el mausoleo se guardan documentos antiguos, oro, joyas, y otros objetos considerados de enorme valor para el shiísmo. Al Smeisin explicó que, antes de aceptar las llaves, los representantes del moderado Sistani quieren inspeccionar el mausoleo para comprobar que los tesoros no han desaparecido. Aunque en el batiburrillo de declaraciones y desmentidos, los delegados de Sistani aseguraron el viernes que ya tenían las llaves.

PROTECCION Y para complicar todavía más la salida a esta crisis, Ahmad al Shibani, uno de los portavoces de Sadr, cuyo paradero se desconoce, dijo que la milicia seguirá protegiendo el santuario y la ciudad después de que se complete el traspaso de custodia a las autoridades religiosas shiís, un gesto al que Shibani no quiso poner fecha.

La retirada de la milicia de Nayaf y su desarme son las principales demandas del Gobierno de Iyad Alaui, que además quiere que el Ejército del Mehdi se transforme en partido político.

Un periodista de la BBC que se encuentra dentro del mausoleo explicó que su llegada fue bienvenida por los iraquís, entre los que había ingenieros y doctores que se han prestado a hacer de escudos humanos para proteger el lugar santo en caso de ataque.

Cuando entraba la noche, la agencia Reuters informó de que se oyeron varias explosiones de bombas y el eco de los lanzagranadas en los alrededores de la parte vieja de Nayaf, donde está el mausoleo, rompiendo un día de inusual quietud en la ciudad santa después de más de dos semanas de insurrección. Una veintena de iraquís murieron entre el viernes y el sábado en Nayaf, según informó el Ministerio de Sanidad.

Esa tranquilidad que hubo durante el día, no obstante, no fue la tónica general en el país. Tres militares de Estados Unidos murieron en dos ataques en Bagdad y en Samarra. Estos atentados elevan a 951 el número de soldados estadounidenses muertos desde la invasión.

Además, un militar polaco murió y seis resultaron heridos cuando una bomba explotó al paso de su convoy en Hilla. En total, han muerto 14 militares polacos de los 8.000 destacados en Irak.