Más de un millón de personas se manifestaron ayer en Roma contra la reforma de las pensiones y la política económica del Gobierno de Silvio Berlusconi. Convocados por los tres principales sindicatos de Italia --CGIL, CISL y UIL-- los manifestantes partieron de tres puntos de la capital italiana y convergieron en la plaza de San Juan de Letrán, escenario habitual de grandes concentraciones de la izquierda. La protesta bloqueó totalmente la ciudad y, según los organizadores, superó ampliamente la de 1994, la última organizada por los tres sindicatos unidos.

Los sindicatos cifraron en millón y medio de personas los participantes en la marcha, cifra que la policía rebajó a 250.000 asistentes. "Les regalaremos una calculadora", decía el líder de la CISL, Savino Pezzotta, comentando el "éxito" de la convocatoria.

Efectivamente, la propuesta de reforma de las pensiones ha unido, después de nueve años, al sindicato de izquierdas CGIL, los exdemocristianos de la CISL y los socialistas de la UIL, para presentar batalla al Gobierno bajo el eslógan Defendamos nuestro futuro.

EN AUTOBUSES Y TRENES Los manifestantes llegaron a Roma desde toda Italia, muchos con medios privados pero otros muchos a bordo de 3.000 autobuses y 38 trenes especiales fletados por los sindicatos.

Entre los participantes reinaba la indignación por una ley que les obligará a trabajar más, a cotizar un mínimo de 40 años para poder acceder a una pensión completa. "No es lo mismo estar sentado en una oficina que trabajar en una fábrica", comentaba uno de los manifestantes. Otros cargaban un féretro donde se leía: "Aquí yacen los derechos de los trabajadores". "Berlusconi tiene que escuchar. En esta manifestación está representada la mayoría de los trabajadores de todo el país, que piden cambiar la política económica del Gobierno. Una política que favorece sólo a algunos y perjudica a muchos, sobre todo a la clase media y a los jubilados", manifestó Guglielmo Epifani, líder del mayor sindicato, la CGIL.

ANTERIOR HUELGA Los sindicatos, que ya se habían movilizado el pasado 24 de octubre contra la reforma de las pensiones con una huelga general de cuatro horas, amenazan con seguir con la protesta si el Gobierno no cambia el decreto. La protesta cuenta con el apoyo de las fuerzas políticas de centro izquierda, que ayer desfilaron junto a los sindicatos.

El ministro para las Actividades Productivas, Antonio Marzano, acusó a los sindicatos de protestar "sin proponer propuestas" ya que aún no tienen una línea común para las posibles negociaciones con el Gobierno.

La respuesta más dura llegó de parte del vicepresidente, Gianfranco Fini, que repitió la necesidad de hacer reformas en el sistema público de pensiones ante una situación "insostenible". "Que la izquierda no se ilusione. Las reformas se tienen que hacer para garantizar el futuro de los trabajadores", dijo Fini.