Apoco más de un año de las próximas elecciones generales, el laborismo británico se desintegra. Ante la irremediable derrota del partido que ha permanecido en el poder desde 1996, los conatos de rebelión en el buque gubernamental han comenzado. En el punto de mira de los sublevados está el primer ministro, Gordon Brown, cuya autoridad se resquebraja a ojos vista. El último ataque, que ha puesto el broche a una semana negra para Brown, lo lanzaba ayer la ministra para las Comunidades, Hazel Blears. En un artículo en el dominical The Observer , Blears hablaba del "lamentable" fracaso del Gobierno al trasmitir a los ciudadanos sus objetivos políticos.

SIN CREDIBILIDAD La ministra advertía de que la gente no se cree muchas de las medidas que anuncia el Gabinete. También criticaba a Brown, aunque sin mencionarlo, por haber sido motivo de burlas y escarnio por un vídeo en YouTube en el que explica, con forzada sonrisa, uno de sus planes políticos. "Promoved el mensaje vía YouTube si queréis. Pero nada puede sustituir el llamar a cada puerta o poner el tenderete en medio del pueblo", señalaba Blears, defendiendo un acercamiento a los votantes mucho más tradicional.

La ministra, considerada próxima al estilo y la figura del anterior primer ministro, Tony Blair, admitía que Brown liderará al partido en las próximas elecciones, pero cree que "el Gobierno debe aparecer más humano" si quiere derrotar a los conservadores.

Las opiniones de Blears encendieron la mecha, por mucho que el actual ministro de Sanidad, Alan Johnson, negara ayer que aspire al liderazgo laborista y defendiera a Brown como "el hombre para los tiempos que corren". El antiguo alcalde de Londres y laborista disidente Ken Livingston opinó que Johnson, con un toque popular muy apreciado por la izquierda, obtendría mejor resultado en las urnas que el actual primer ministro.

El periódico Mail on Sunday aseguraba ayer que un grupo de diputados conspiradores estarían dispuestos a respaldar una candidatura al liderazgo del responsable de sanidad. Al laborismo le falta, sin embargo, una figura de envergadura, dispuesta a derrotar a Brown y capaz de remontar la actual crisis, superando el desgaste acumulado a lo largo de 12 años en el poder.

ERRORES IRREPARABLES Los analistas políticos coinciden en que el cúmulo de errores cometido por el primer ministro es a estas alturas irreparable. "¿Cómo un hombre inteligente termina comportándose como un tonto?", se pregunta el comentarista de The Observer Andrew Rawnsley. A su juicio, muchos de los problemas de Brown se deben a su "falta de inteligencia emocional y de un radar político básico".

Al instante de gratificación internacional del que disfrutó como anfitrión de la reciente cumbre del G-20 le ha seguido una triste serie de tropiezos caseros, incluida la derrota en una votación parlamentaria la pasada semana. "Brown muestra todos los signos de quien ha perdido el respeto, el temor y el hábito de la lealtad de su partido, que son los fundamentos de la autoridad del primer ministro", señala el editor político de la BBC Nick Robinson. La recesión ha puesto además en duda las cualidades como gestor de quien estuviera durante más de 10 años al frente de las finanzas públicas.