La política de la ministra icono de Nicolas Sarkozy, Rachida Dati, está en el ojo del huracán. Jueces y funcionarios de prisiones se enfrentan a la ministra de Justicia, los primeros para defender su independencia y denunciar la obsesión por la política de seguridad, y los segundos para reclamar más medios para paliar la catastrófica situación de las cárceles, ruinosas y superpobladas, en las que se han producido 92 suicidios este año, los seis últimos durante el mes de octubre.

Un preso de 37 años, que se había colgado el viernes en su celda de la cárcel de Arras, murió ayer en un hospital de Lille. Es la víctima número 92 del 2008. Esta acumulación de suicidios en los últimos días ha desatado las protestas de los sindicatos de prisiones, que habían anunciado una jornada de bloqueo de las cárceles para el día 13, pero que Dati ha logrado evitar al recibir el miércoles a los delegados sindicales.

La ministra prometió a los sindicatos más personal para hacer frente a una situación que los funcionarios califican de "alarmante" y que solo suscitaba el "desprecio" del ministerio. Las prisiones francesas, que superan en 13.000 internos su capacidad, han merecido la condena repetida del Consejo de Europa. Hace una semana, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a Francia por "trato inhumano" por el aislamiento a que fue sometido un preso con problemas mentales que se ahorcó en su celda en el año 2000.

El índice de suicidios en las prisiones francesas es de los más altos de Europa. Además de la dureza del sistema penitenciario, con largos periodos en celdas de castigo, entre las causas figuran la superpoblación y el endurecimiento de las penas mínimas que anulan la esperanza de salir pronto de la cárcel.

Los jueces se quejan también de ataques a su independencia, de que el ministerio convoca a los fiscales críticos y de "constantes presiones" para aplicar las penas mínimas.