Un accidente fatal, una ruptura traumática. Las negociaciones entre laUnión Europea y el Reino Unido se asemejan, antes aún de haber comenzado, a la colisión frontal de dos trenes circulando por la misma vía en direcciones opuestas. Un choque quizás inminente, porque las conversaciones formales arrancarán el 19 de junio, según la agenda del jefe negociador de la UE, Michel Barnier. Esa será la primera toma de contacto, solo 11 días después de las elecciones generales en el Reino Unido. La cita puede concluir con un portazo, a tenor de las declaraciones realizadas este domingo por uno de los principales protagonistas en las discusiones.

El ministro británico para el ‘brexit’, David Davis, ha advertido que el Reino Unido abandonará las negociaciones con Bruselas si le exige el pago de una factura de 100.000 millones de euros para marcharse de la UE. Las discusiones serán “turbulentas” y pueden sumirse rápidamente en una “crisis”, señala Davis, en una entrevista a 'The Sunday Times'. “No basta con dar la impresión de que podemos levantarnos y marcharnos, necesitamos que quede claro que podemos hacerlo”, ha afirmado.

La liquidación que desea cobrar la UE responde, según las cuentas comunitarias, al dinero que aún deben los británicos por el periodo comprendido entre el 2007 y el 2013. Londres no admite esa cifra. La 'premier' Theresa May ha indicado que la participación de en torno al 16% del Reino Unido en el Banco Europeo de Inversión, por un valor estimado de 10.000 millones de euros, será un factor importante en las negociaciones.

POSICIÓN INFLEXIBLE

En plena campaña de las legislativas del 8 de junio y con los sondeos claramente a favor (entre 9 y 15 puntos de ventaja), May ha reiterado su inflexible posición sobre el ‘brexit’ en el programa electoral presentado la pasada semana. Sin pestañear, ha asumido plenamente en este punto la agenda del UKIP, un partido que ha quedado pulverizado y sin rumbo, y cuyos votantes, según las encuestas, podrán apoyar ahora a May.

El ‘brexit’ fue el motivo por el que la primera ministra convocó elecciones anticipadas. Sus propósitos para que el Reino Unido deje por completo la UE, incluido el mercado único, la unión aduanera, la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia y acabe con la libertad de movimiento de los trabajadores de la UE, han encontrado poca resistencia.

AMBIGÜEDAD LABORISTA

A la debilidad de los laboristas en estos momentos, se suma la ambigüedad de su líder, Jeremy Corbyn, sobre el ‘brexit’ y la UE. Los liberales, que han hecho de la promesa de un segundo referéndum al término de las negociaciones el nudo central de su campaña, no están consiguiendo los resultados que esperaban, tratando de reagrupar a quienes votaron a favor de la permanencia.

Los británicos aún no han sufrido las consecuencias del ‘brexit’ y parecen cansados con el tema. El protagonismo de la campaña electoral se ha desplazado en los últimos días a temas que desde hace tiempo les afectan de lleno, como la escasez de vivienda, la crisis de la sanidad pública y sobre todo el cuidado a los ancianos.

May propone una reforma radical de cómo afrontar esos últimos costes. Su plan incluye hacer que los propietarios de viviendas de edad avanzada paguen más por su propia atención, incluyendo en las cuentas el valor de su propiedad inmobiliaria. Eso afecta especialmente a un grupo de votantes típicamente conservador. La reacción ha sido una caída de varios puntos en los sondeos. May va camino de una victoria por mayoría absoluta, pero no tan arrolladora como se pensaba.