¿Qué decir de las mujeres indias? Desde mi llegada las he observado, he hablado con ellas y las he visto actuar. Si hubiera que definirlas diría que son unas todoterreno, en el sentido positivo de la palabra. Y eso que apenas hay mujeres solas en lugares públicos, que en la mayoría de las tiendas hay dependientes y no dependientas y que no atienden en los restaurantes.

En las clases media y baja indias, las mujeres sostienen la carga familiar. Normalmente, realizan las tareas más duras. Y, a pesar de que cuidan y educan a los hijos y realizan las tareas domésticas, no tienen voz ni voto en el hogar. Una misión que se suma a la asignada nada más casarse, tener hijos, de gran responsabilidad por el estigma social que supone no ser fértiles.

En las grandes ciudades, como Bombay, con un mayor peso de la clase media, las mujeres lo tienen más fácil: acceden a la educación y a trabajos mejor remunerados, y si bien una vez casadas siguen bajo la presión familiar, las condiciones son menos radicales y desfavorables que para las mujeres de familias pobres. Y en las clases altas, el cambio ya es abismal. Conocen sus derechos y saben muy bien cómo utilizarlos. En definitiva, una realidad muy compleja, a pesar de la igualdad que consagran la Constitución, las leyes y las políticas gubernamentales.

En honor a todas estas mujeres indias que luchan por cambiar su papel en la sociedad, en septiembre fui testigo en el barrio de Dahisar (norte de Bombay) de uno de los momentos más esperados por Sonrisas de Bombay: la foto de familia de las 200 profesoras y ayudantes del proyecto de 100 baluadis (guarderías y parvularios) en varios slums (zonas de chabolas), que da educación a más de 3.000 niños.

El hecho de que haya mayoría femenina en los proyectos de la entidad no es casualidad. Sonrisas de Bombay cree en el papel de la mujer y su importancia en el desarrollo educativo y laboral de las zonas pobres. Otro caso es el de la alianza entre Sonrisas de Bombay y la contraparte local Streehitakarini. Sus componentes son mis todoterreno preferidas. Tienen entre 50 y 65 años, son indias y luchan cada día por los derechos de las mujeres de los slums de Dadar. Las enseñan a tratar a sus maridos, las forman en sexualidad y aconsejan a estas mujeres sin apenas educación y siempre que lo necesiten.