Lo único que le faltaba conocer al presidente de Bolivia, Evo Morales, es la magnitud del triunfo en las elecciones celebradas ayer en el país andino. Y si el aluvión de apoyos era suficiente para que su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), pueda controlar sin sobresaltos las dos cámaras legislativas y de esta manera acelerar el proceso de "refundación" iniciado cuatro años atrás.

La oposición de derechas dio por perdida esta batalla electoral --la primera que cuenta con la participación de los bolivianos residentes en el exterior y con un récord de electores inscritos para participar dentro del país-- desde el mismo momento en que se inició la campaña. Su única esperanza era evitar que el MAS se quede con dos tercios de los escaños en el Senado, que le darían la llave de la hegemonía política a largo plazo.

LAS ASPIRACIONES El ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, sintetizó ayer con claridad las aspiraciones del Gobierno. "Esta no es una elección cualquiera: va a marcar profundamente la historia de los próximos 50 años". Y con ese horizonte es con el que el MAS se propone profundizar los cambios que tienen su hoja de ruta en la Constitución, aprobada en una consulta popular por el 61,4% de los bolivianos. "Esperamos que se nos permita tener un Gobierno fuerte, pues es tiempo de construir una economía, ofrecer protección social y desarrollar las iniciativas a favor del pueblo", dijo al respecto el vicepresidente, Alvaro García Linera.

La idea de un Gobierno "fuerte" se corresponde a su vez con la necesidad de que Morales siga en el poder a partir del 2013. La nueva Carta Magna permite una sola reelección. Pero ayer mismo Morales dejó planear la idea de una tercer mandato, al asegurar que el segundo que iba a lograr ayer "puede considerarse como una primera elección", dado que hay una nueva Constitución. "El pueblo hoy tiene derecho a decidir conscientemente si se sigue profundizando la democracia o vuelve al neoliberalismo", añadió. Pero esa antinomia trasciende la contienda del domingo.

El Gobierno llegó a esta instancia electoral después de una dura puja por el poder con las regiones de Occidente, lideradas por Santa Cruz, y que colocó al país al borde de la guerra civil, en septiembre del 2007. Las fuerzas de derechas, que entonces se habían parapetado detrás de la bandera de las autonomías, no lograron un frente común y advierten ahora que pagarán caro el precio de la fragmentación. Los dos rivales de Morales en estas elecciones eran Manfred Reyes Villa y Samuel Doria Medina.

Una Asamblea de 130 diputados y 36 senadores sustituirá el 6 de enero al actual poder legislativo. Debe aprobar en 180 días un centenar de leyes indispensables para que empiece a funcionar el texto constitucional.

JUSTICIA COMUNITARIA Entre esas leyes se encuentra la reforma del poder judicial, que incorpora la elección de magistrados por el voto popular, y la introducción de la justicia comunitaria, que se guiará por las costumbres ancestrales de los pueblos indígenas. En estos momentos, el Tribunal Supremo funciona sin quórum mínimo y el Tribunal Constitucional no tiene ni una sola autoridad.

Bajo el predominio del MAS, la futura Asamblea debe dar luz verde a las autonomías en cuatro niveles: departamental, municipal, regional y de pueblos originarios. Si Morales no logra los anhelados dos tercios en el Senado, aunque conserve la mayoría, se verá obligado a pactar con la oposición y su victoria tendrá cierto sabor a derrota.