El presidente de Bolivia, Evo Morales, se reunirá hoy con sus homólogos de Brasil y Argentina, Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner, quienes le pondrán "amistosamente" de manifiesto su desacuerdo con algunos aspectos del proceso de nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, una decisión que modifica el escenario energético regional. Los mandatarios tienen previsto reunirse por la mañana en la ciudad argentina de Puerto Iguazú, fronteriza con Brasil.

A última hora de ayer se esperaba en La Paz la llegada del presidente venezolano, Hugo Chávez, quien tenía previsto conversar primero con el mandatario boliviano. El viaje, de urgencia, no hizo más que agregar otra cuota de suspicacia a la llamada "cumbre energética". "Lula y Kirchner quieren escuchar de boca de Morales los alcances reales del decreto y este se presentará allí con Chávez", se comentaba en medios empresariales de la capital boliviana, donde están las sedes de las empresas extranjeras cuya producción ya está siendo fiscalizada por la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).

El portavoz de Morales, Alex Contreras, dijo que, si bien el presidente dará "explicaciones personales", el decreto es "innegociable". Lo que se puede negociar, agregó, "son algunos de sus plazos". Las empresas tienen 180 días para avenirse a las reglas. De lo contrario, dijo Morales, "no podrán seguir operando".

En vísperas de la reunión, Kirchner --preocupado ya por los planes de Bolivia de duplicar el precio del gas que Argentina necesita-- recibió al presidente de Repsol YPF, Antoni Brufau. Fuentes de la empresa negaron que se hablara del caso boliviano, pero la prensa dijo lo contrario.

La cumbre de Puerto Iguazú ha sido convocada de urgencia por Lula, el más "sorprendido" por el giro de la política boliviana. La nacionalización afecta fundamentalmente a Petrobras, que ha invertido aquí más de 1.000 millones de dólares (793 millones de euros) en la última década y es la mayor inversora extranjera en Bolivia. La prensa local y la brasileña aseguran que Morales habló por teléfono con Lula y le garantizó la provisión de gas que necesita para surtir las industrias brasileñas. Tras la conversación, el Gobierno del Partido de los Trabajadores subrayó que la decisión de Bolivia es "un acto inherente a su soberanía". No obstante, anticipó que se "actuará con firmeza y tranquilidad para preservar los intereses de Petrobras", y que se llevarán adelante las "negociaciones necesarias para garantizar una relación equilibrada y provechosa para los dos países".

NO ES MOMENTO DE BRAVATAS El asesor de Lula en Asuntos Exteriores, Marco Aurelio García, dijo que, para Brasil, este no es el momento de "estar haciendo bravatas" sino de actuar con serenidad. Mientras García llamaba a la calma, Petrobras amenazaba con dirimir el pleito en los tribunales neoyorquinos. El propio ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, confirmó esa posibilidad. La decisión de Morales de nacionalizar los recursos energéticos es vista en Brasil como "un golpe letal" a la política integracionista de Lula en la región, y puede provocarle algún trastorno en su búsqueda de la reelección.