La venganza es un plato que se sirve frío. En plena concordancia con esta tesis, Rusia se tomó ayer tiempo para preparar una respuesta a Gran Bretaña por la expulsión de los cuatro diplomáticos rusos de la embajada en Londres, en conexión con el caso Litvinenko .

El Ministerio de Exteriores ruso reiteró que dará una respuesta "directa y apropiada" a la "acción de carácter provocador" de las autoridades británicas, que anunciaron el lunes la expulsión de los rusos tras la negativa del Kremlin a enviar a Londres al exagente Lugovoi, acusado por la justicia británica de ejecutar el envenenamiento de Litvinenko en noviembre pasado. Gran Bretaña impuso también restricciones a los visados de altos funcionarios rusos en respuesta a la postura del Kremlin, que se negó a entregar a Lugovoi para que sea juzgado en Londres.

"Este es el camino directo hacia la confrontación. Nuestra reacción será directa y apropiada, y las autoridades británicas serán informadas oficialmente de esto en el futuro cercano", dijo Aleksandr Grushko, el viceministro de Exteriores. Según Grushko, la respuesta de Moscú será más "selectiva y proporcional" que las medidas anunciadas por Londres contra los rusos.

NO AFECTARA A LA POBLACION Rusia espera que la tormenta se quede en el ámbito de las relaciones bilaterales y que la UE no tome cartas en el asunto. Moscú, apostilló Grushko, confía en que la UE no ceda a los intentos británicos de "convertir las relaciones entre Moscú y la UE en un instrumento para conseguir objetivos políticos unilaterales". A Rusia "la intentan castigar por cumplir su propia Constitución, lo que es injusto, inaceptable, y se contradice con el sentido común", zanjó el diplomático.

"Si nos permitiésemos seguir la lógica de las autoridades británicas, expulsaríamos a 80 diplomáticos de la embajada británica en Moscú", dijo Grushko, quien garantizó que, en cualquier caso, no afectará a turistas, empresarios ni otros ciudadanos de a pie que puedan tener vínculos con el Reino Unido.

COMPLEJAS RELACIONES La pausa tomada por la diplomacia rusa demuestra que el Kremlin trata de evitar una guerra de espías a gran escala con Londres, en especial tras la llegada al poder del nuevo Gobierno británico. Ya de por sí complejas, las relaciones bilaterales, deterioradas por el asesinato de Litvinenko, así como por la negativa del Gobierno británico a extraditar al exoligarca y enemigo del Kremlin Boris Berezovski junto a 20 presuntos criminales, buscados por la fiscalía rusa, aumentan el riesgo de acciones enemigas entre Moscú y Londres.

Grushko criticó al Gobierno británico por exigir la extradición de Lugovoi como "no constructiva" porque la Constitución rusa impide cumplir esa solicitud. "Está claro que la política de Londres cerrará las puertas a la cooperación entre organismos de cumplimiento de la ley sobre temas directamente relacionados con la seguridad de millones de rusos y británicos", dijo.

REPLICA El embajador ruso en Londres, Yuri Fedotov, reiteró ayer que las autoridades rusas están dispuestas a juzgar a Lugovoi en Moscú si se logran pruebas de su papel en el asesinato de Litvinenko. Adelantándose a una posible respuesta de Moscú, el Ministerio de Exteriores británico indicó que "ninguna represalia por parte de Rusia" estaría "justificada".

El portavoz del primer ministro, Gordon Brown, apuntó que era "cosa de los rusos el decidir cómo quieren reaccionar". Pero las autoridades británicas consideran que el exagente secreto de la KGB debe ser procesado en el Reino Unido.