Detrás de los discursos, los himnos y las ceremonias de conmemoración del 40º aniversario de la reconciliación franco-alemana, la realidad de las relaciones entre franceses y alemanes es mucho más áspera de que lo que pretenden sus gobernantes. La Fran§allemagne, un país de 140 millones de habitantes, que según el director de Libération, Serge July, "hace soñar a sus dirigentes" es, hoy, una verdadera quimera.

El hecho de que, ante las cámaras de televisión, algunos franceses confundieran al canciller alemán, Konrad Adenauer, con un presidente norteamericano contrastaba con el enorme despliegue informativo que generó la reactivación del motor franco-alemán.

Alemania es una realidad lejana para los franceses. Pero lo peor es que, para muchos, sigue siendo un recuerdo "terriblemente doloroso". "Nos han hecho mucho daño y nunca lo podremos olvidar", decía Yvette, que perdió toda su familia en los campos nazis. Otros, como Jacques, un empresario de 40 años, siguen temiendo la "tentación hegemónica alemana". Sin embargo, el francés reconoce "la importancia" del eje franco-alemán. "Es el cimiento de la paz" para los franceses.

MAS RAZON QUE PASION

Un matrimonio de razón más que de pasión como lo demuestra el sondeo realizado simultáneamente en Alemania y Francia por Ipsos para el diario Le Figaro y la cadena franco-alemana Arte. El 57% de los franceses y el 58% de los alemanes interrogados consideran espontáneamente a su vecino respectivo como el principal país con el que "hay que mantener relaciones privilegiadas en el seno de la UE". No obstante, el 18% de los alemanes y el 17% de los franceses siguen desconfiando de sus vecinos.

En cuanto a la utilidad de esas relaciones, el 45% de los alemanes piensa que la entente con los franceses es necesaria para "prevenir los conflictos y garantizar la paz en Europa". Mientras que los franceses son más sensibles --el 37%-- a la utilidad de esas relaciones para "garantizar un equilibrio en la UE".

Una divergencia en la valoración que también puede apreciarse en la prensa de ambos países. Al realismo alemán se oponía la utopía francesa de medios como Libération .