Robin Cook, de 59 años, exministro británico de Asuntos Exteriores y acérrimo opositor a la política exterior del premier británico, Tony Blair, y a la guerra de Irak, murió ayer tras sufrir un desvanecimiento mientras practicaba en Escocia el senderismo, uno de sus deportes preferidos. Cook fue trasladado inmediatamente en helicóptero hasta el hospital Raigmore, en la localidad escocesa de Inverness, aunque, una vez en el centro hospitalario, no pudo superar la crisis y falleció.

En un comunicado, dado que se encuentra de vacaciones, Blair saludó el "talento extraordinario" de Cook, al que describió como "brillante, incisivo en los debates e increíblemente dotado y persuasivo". El viceprimer ministro, John Prescott, declaró: "Ha sido el parlamentario más grande de su generación".

En el momento de sufrir el desvanecimiento, Cook se encontraba junto a su mujer, Gaynor, cerca de la cumbre de la montaña Ben Stack, a 721 metros de altura, en Escocia.

En su página web personal, Cook se definía como amante de las carreras de caballos, del ciclismo y del senderismo, deporte que le ha costado la vida.

El año 2003 marcó un punto de inflexión en la trayectoria política de Cook. Cuando ocupaba el cargo de presidente de la Cámara de los Comunes, dimitió en marzo de ese año debido a sus diferencias con el Gobierno y con Blair acerca de la guerra de Irak. Tras su renuncia, desde su escaño de diputado, se dedicó a fustigar las acciones del Gobierno británico en el país árabe y a desestimar las justificaciones esgrimidas para que las tropas británicas participaran, junto a las fuerzas de Estados Unidos, en la guerra de Irak. Escocés de nacimiento, Robin Cook fue elegido diputado laborista por vez primera por la circunscripción de Edimburgo-Centro en 1974.

"DIMENSION ETICA" Bajo el mandato de la conservadora Margaret Thatcher, Cook ocupó varios cargos de ministro en los sucesivos gobiernos en la sombra. Cuando los laboristas consiguieron ganar unas elecciones por una amplia mayoría en 1997 y hacerse con el poder, llegó a ser ministro de Asuntos Exteriores, con la promesa electoral de inyectar una nueva "dimensión ética" a la política exterior de Gran Bretaña.

Cook estaba considerado como un reputado intelectual y un luchador político tenaz que, sin embargo, carecía de habilidades diplomáticas, lo que provocó numerosas situaciones comprometidas mientras ocupó el cargo de ministro de Exteriores. En 1997, sus comentarios acerca de una posible mediación británica en el conflicto entre la India y Pakistán degeneraron en un intercambio de acusaciones entre funcionarios de Londres y Nueva Delhi, y acabaron arruinando un viaje de la reina Isabel II al subcontinente indio.

A pesar de ser una voz crítica con la política exterior británica en Irak, participó activamente en la reciente campaña electoral británica, que llevó a Blair a un tercer mandato, y pidió el voto para los laboristas.