Irak se desangra a tres semanas de las elecciones generales previstas para el 30 de enero: nueve soldados estadounidenses muertos el jueves y un centenar de iraquís en los últimos cuatro días. Y las predicciones para los próximos son del todo pesimistas. El presidente de Estados Unidos, George Bush, reconoció ayer que será muy difícil garantizar la seguridad de los votantes en cuatro de las 18 provincias de Irak, mientras que un alto mando militar estadounidense aseguró que se esperan "ataques espectaculares" de los rebeldes.

EN LA FECHA PREVISTA El general de la Fuerza Aérea norteamericana, Erv Lessel, mostró ayer su temor a que los insurgentes lancen ataques a gran escala a medida que se acerque la fecha de los comicios. Pese a todo, el presidente estadounidense insistió en la necesidad de celebrar las elecciones en la fecha prevista, a pesar de los problemas que sus soldados tienen para imponer el orden en algunas zonas.

Las palabras de Bush y Lessel llegaron después de que siete de sus soldados perdieran la vida tras la explosión de un potente artefacto junto al vehículo militar en el que viajaban. Los otros dos militares cayeron en los combates que se libraron en la provincia de Anbar.

Bush confirmó ayer que la Casa Blanca, con su nuevo equipo de Gobierno recién estrenado, replanteará su estrategia política en Irak tras las elecciones. Aunque no dejó entrever ninguna duda hacia su actual política, el periódico The New York Times publicó ayer que esa estrategia no está dando buenos resultados. El diario interpretó que "un análisis tan amplio" de la política de EEUU es "poco usual" y manifiesta la "gran preocupación" que siente la Administración sobre la situación en el país.