Dos matanzas perpetradas por suicidas en Kerbala y en Ramadi ensangrentaron de nuevo el suelo iraquí en la peor jornada de violencia desde el pasado 14 de septiembre. Según un balance provisional, murieron al menos 116 personas. En la ciudad santa shií de Kerbala perecieron 49, mientras que en Ramadi, bastión de la insurgencia suní, la cifra de muertos fue de 67. Los heridos contabilizados en ambos atentados sumaron 52 y 105, respectivamente. Además, siete soldados estadounidenses murieron en dos incidentes separados, cinco en Bagdad y dos en Nayaf, por la explosión de bombas al paso de sus vehículos.

La primera masacre fue obra de un adolescente que se mezcló con los peregrinos, iraquís y extranjeros, que en estos días visitan los santuarios de Kerbala. El joven llevaba adosados ocho kilos de TNT, con metralla y bombas de mano entre la ropa.

El atentado tuvo lugar a las 10.15 de la mañana, hora local, cuando decenas de personas paseaban por las mezquitas de los imanes Abás y Husein. La responsabilidad del ataque fue asumido por el brazo de Al Qaeda en Irak, que supuestamente dirige el prófugo jordano Abú Musab al Zarqaui.

Casi a la misma hora, en Ramadi, a unos 150 kilómetros al noroeste de Kerbala, dos terroristas suicidas al volante de sendos vehículos cargados con explosivos los hicieron estallar junto a una cola de más de un millar de jóvenes reclutas que esperaban para pasar un examen de ingreso en las fuerzas de seguridad iraquís. 67 perdieron la vida y más de 100 resultaron heridos.

Según estimaciones de grupos pacifistas, que basan sus datos en los recuentos de víctimas de al menos dos diarios, desde marzo del 2003 han muerto entre 4.800 y 6.370 militares iraquís y entre 27.000 y 31.263 civiles.