Con el cadáver del secuestrador abatido a las puertas del autocar, ya de noche, terminó un drama que había mantenido en vilo a Filipinas y Hong Kong todo el día de ayer. También ocho turistas de la excolonia murieron en la tragedia de Manila, seguida en directo en todo el mundo. El atacante era Rolando Mendoza, un policía despedido que exigía su reingreso.

Mendoza fue muerto de un tiro en la cabeza cuando la policía entró en el autocar donde retenía a 15 rehenes. Antes había repelido con su fusil ametrallador M-16 otro intento y herido a un policía. El abordaje se decidió después de que el chófer del autocar, quien había sido atado al volante, escapara por la ventana y confirmara que varios rehenes habían sido asesinados.

LARGAS NEGOCIACIONES Mendoza había secuestrado el autocar 12 horas antes en el Parque Rizal, zona turística de la capital y cercana a la comisaría central de policía. Después de dejar salir a niños y ancianos, empezó una larga jornada de negociaciones que incluyó mensajes en las ventanillas. "Un gran error para una gran decisión equivocada", había escrito en las primeras horas. Poco después, el vicealcalde de la ciudad, Isko Moreno, le entregaba una carta sellada de la Oficina del Defensor del Pueblo con la revisión de su despido. "Si fuera él, me alegraría haber leído la carta", dijo Moreno, que se negó a desvelar el contenido.

También se dirigió hacia el autocar Erwin Tulfo, famoso comentarista televisivo, media hora después de que Mendoza escribiera sobre la ventana que era "la hora de la prensa". Asimismo consiguió comida para los rehenes y que llenaran el depósito de gasolina.

El secuestrador advirtió en directo a una radio de que iba a llegar hasta el final: "He disparado a dos chinos y los mataré a todos si la policía no se detiene. Puedo ver a muchos SWAT cuerpos especiales de la policía acercándose. Sé que me van a matar. Deberían irse porque yo voy a hacer lo mismo aquí".

CONDECORADO Mendoza, de 55 años, había sido un inspector policial con grado de sargento ampliamente condecorado. En el 2008 fue expulsado junto a otros cuatro agentes envueltos en un caso de robo, extorsión y tráfico de drogas. Al inspector se le había acusado de pedir 20.000 pesos (unos 350 euros) a un ciudadano a cambio de olvidarse de que había estacionado en un lugar prohibido, conducido sin carnet y consumido drogas.

Mendoza clamaba la injusticia de su caso, había apelado al Defensor del Pueblo y pedía que se le readmitiera en el servicio, a solo un año de la jubilación. El asunto fue seguido con atención en China. Su embajador pidió a la policía que protegiera a los rehenes y dos inspectores de Hong Kong volaron a Manila para supervisar la operación.