No tiene suerte George Bush cuando anuncia el fin de los ataques contra sus soldados en Irak. El 1 de mayo declaró oficialmente acabada la guerra, y desde entonces han muerto 44 militares estadounidenses. Tras la muerte el martes en Mosul de los hijos de Sadam Husein, Udai y Qusai, Bush dijo que su caída era el principio del fin de la resistencia. Pues bien, durante la madrugada de ayer murieron tres soldados más en el tercer ataque contra las fuerzas de ocupación desde la operación contra los vástagos de Sadam.

Los tres militares --pertenecientes a la 101 División Aerotransportada, la que protagonizó junto a las fuerzas especiales el ataque contra Udai y Qusai-- murieron cuando el convoy en el que viajaban hacia Qayarrah (cerca de Mosul) fue atacado con kalashnikov y lanzagranadas. Desde el martes, cinco militares de EEUU han perdido la vida en tres ataques, dos de ellos efectuados contra la 101 Aerotransportada.

ADIOS AL OPTIMISMO

El optimismo que se desató entre los militares norteamericanos tras las muertes de Udai y Qusai se está evaporando. Desde Bush hasta los oficiales en Bagdad daban por hecho que la resistencia contra las fuerzas ocupantes disminuiría tras la operación de Mosul y que, además, el cerco sobre Sadam se estrecharía. Nada más lejos, por ahora, de la realidad.

El efecto más inmediato del ataque del martes ha sido disparar los ataques en Mosul, una ciudad situada a unos 400 kilómetros al norte de Bagdad en la que viven sunís, kurdos, cristianos y turcomanos, y donde no se habían producido operaciones de importancia contra las fuerzas de ocupación.

Y es que sólo hace falta echar un vistazo a Bagdad para darse cuenta de que en sus calles sigue habiendo más armas que empleo y que la mejor forma de acabar con la resistencia --que difícilmente puede ser dirigida a escala nacional-- es frenar el descontento popular.

ANSIA DE VENGANZA

No ayuda, sin duda, el refuerzo de las medidas de seguridad impuesto en Bagdad ante el temor de posibles ataques de venganza por las muertes de Udai y Qusai. Ni que ayer los soldados estadounidenses mataran en el centro de la ciudad a dos civiles disparando contra su coche porque, según dicen, el conductor no se detuvo en un control.

Por ello, las llamadas a la venganza se suceden. Ayer fue el turno de un grupo autodenominado Fedayines de Sadam, quienes prometieron vengar la muerte de los dos hijos del derrocado presidente en un vídeo difundido por la cadena de televisión Al Arabiya. "Esas muertes intensificará la yihad contra los infieles", dijo uno de los encapuchados, armado con un fusil Kalashnikov y lanzagranadas.