Dolor en La Habana y conmoción en el mundo. La muerte del preso político cubano Orlando Zapata después de 85 días de huelga de hambre no solo ha sacudido a la disidencia interior y en el exilio, sino que ha caído como un jarro de agua fría sobre quienes vislumbraban un cambio en la isla y abogaban por un acercamiento con el régimen de Raúl Castro. Ese es el caso de España, abanderada de esta opción en la Unión Europea (UE).

Justo en la víspera de que ayer se cumplieran dos años del nombramiento de Raúl Castro como presidente de Cuba, el fallecimiento de Zapata --el primero en estas circunstancias en 38 años-- complica la apuesta española por mantener el diálogo con La Habana y aprovechar la presidencia semestral europea para implicar en él a la UE. Francia y Alemania encabezan el numeroso grupo de países que siguen sin ver gestos de apertura en la isla que justifiquen un cambio de la posición común europea.

Tras lamentar el "trágico desenlace" en nombre del Gobierno español, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega dijo que España y la UE "van a seguir trabajando" por "una plena transición democrática en Cuba". El presidente del Parlamento Europeo, el conservador Jerzy Buzek, apuntó que lo ocurrido "no ayuda" a las relaciones.

SILENCIO LATINOAMERICANO De Europa y EEUU llegaron numerosas reacciones críticas con el régimen cubano y exigencias de liberación de los presos de conciencia (más de 200 según EEUU y la disidencia). En cambio, las cancillerías latinoamericanas guardaban silencio. El ministro español de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, recordó que España había pedido "no hace ni siquiera una semana, una intervención de carácter humanitario para evitar el fallecimiento" de Zapata. También un portavoz del Departamento de Estado de EEUU reveló que la semana pasada una delegación estadounidense instó a los funcionarios cubanos a dar a Zapata "todo el cuidado médico necesario". "Zapata fue asesinado, lentamente, durante muchos días y muchos meses en todas las prisiones en las que le confinaron", declaró ayer a el dirigente de la disidencia Oswaldo Payá. "No era un terrorista, ni conspirador, ni usó la violencia. Era un hombre sencillo del pueblo", añadió. Reina Luisa Tamayo, la madre de la víctima, pidió al mundo que "exija la libertad de los demás presos" para que la tragedia "no se repita". Zapata es el segundo opositor al castrismo que muere en huelga de hambre. En 1972 falleció el líder estudiantil Pedro Luis Boitel, tras 53 días de protesta.

El mutismo del Gobierno cubano y de los medios de comunicación fue absoluto hasta que Raúl Castro, a preguntas de los periodistas brasileños que siguen la visita del presidente Lula, lamentó la muerte del preso disidente, aunque la vinculó a su relación con EEUU. "No existen torturados, no hubo torturados, no hubo ejecución. Eso sucede en Guantánamo", afirmó.

El entierro de Orlando Zapata se celebrará esta mañana en Banes (Holguín), donde residía. Según fuentes opositoras, la localidad estaba cercada por las fuerzas de seguridad y unos 50 disidentes del este de la isla habían sido detenidos o retenidos en sus casas para evitar que pudieran acudir al funeral.