Ni más ni menos: igual que antes. El goteo de muertes de soldados estadounidenses a manos de la resistencia iraquí no ha variado desde la operación del martes en la que que murieron Udai y Qusai, los dos hijos de Sadam Husein. Para desmentir las previsiones de EEUU de que la eliminación de los hermanos desmoralizaría a las guerrillas, tres soldados murieron ayer en un ataque en Baquba, a 50 kilómetros de Bagdad, lo que eleva a ocho los muertos estadounidenses desde el martes.

Baquba está en el triángulo suní , la zona donde más actúa la resistencia iraquí. Los soldados, que custodiaban el hospital infantil de la localidad para evitar su saqueo, fueron atacados a media mañana con granadas lanzadas desde el tejado del centro. Otros cuatro militares resultaron heridos en el ataque, tras el cual los soldados cerraron el hospital ante la cólera de la población local, indignada ya desde que los militares arrestaran a un jefe de tribu acusado de dar refugio al exdictador iraquí.

Además, las tropas de EEUU sufrieron varios ataques en Bagdad que se saldaron con un muerto --un iraquí que, según fuentes militares, preparaba una bomba-- y tres heridos, dos soldados y un civil bagdadí.

ALEGRIA MORTAL

El macabro saldo de muertes arrojó, según cifras policiales iraquís, una nueva lista: 31 personas murieron por los disparos de alegría con que los iraquís recibieron la muerte de Udai y Qusai.

Precisamente, la casa de Mosul en la que murieron los dos hermanos empezó ayer a ser derribada por excavadoras debido a que sus estructuras están muy dañadas por la operación del martes. A falta de saber qué va a ocurrir con los cuerpos, la identidad del informador que puede llevarse 30 millones de dólares es el misterio de la operación que sigue sin resolverse. La rumorología popular señala con el dedo a Nauaf Zaidan, el propietario de la casa que los soldados destruyeron.

La persistencia de la resistencia no agota el optimismo de EEUU de que Sadam está al caer, sobre todo después del arresto el viernes de 10 guardaespaldas del dictador. "Es cuestión de tiempo", declaró ayer a la BBC un portavoz militar, quien añadió que el cerco es tan estrecho que el fugitivo no puede estar en el mismo lugar más de dos horas.